Las versátiles enchiladas huastecas

*Desde Tantoyuca, pasando por Tihuatlán y hasta Poza Rica, la tortilla bañada en salsa roja, verde, chiltepín, cacahuate, pipián y ajonjolí, son un deleite para propios y extraños

Édgar Escamilla

Poza Rica, Ver.- Uno de los platillos más versátiles con que contamos son las enchiladas, aquella tortilla hecha con masa de maíz nixtamalizado y bañada en salsa roja (con jitomate), verde (de puro chile serrano), de chiltepín, de cacahuate, pipián, ajonjolí, mole y hasta suizas, aunque no sean del país europeo.

Se les suele acompañar de cecina, chuletas de cerdo, pollo frito, pescado o camarones; para paladares más exigentes, deben ser cocinados “a la diabla” (puro chile seco) para que entonen con las enchiladas y una cerveza bien fría, o agua de jobo.

Cuenta la leyenda que la humanidad actual es fruto de la mezcla de la sangre de Quetzalcóatl y los restos de los huesos que guardaba Mictlantecutli en el inframundo, depositados ahí después de cuatro intentos en los que los dioses habían tratado de crear al hombre.

En las dos últimas oportunidades habían empleado como base el sagrado alimento, el maíz, pero seguían sin ser perfectos a los ojos de las divinidades. Es así, que podemos decir que bajo la leyenda del Quinto Sol, los mexicanos somos hijos sanguíneos de Quetzalcóatl y del maíz, grano presente en infinidad de platillos de la tan galardonada en el extranjero comida mexicana.

Durante la más reciente visita al municipio de Tantoyuca, que se pelea con otros la autoría del zacahuil, conocimos el “Ojo de Vidrio”, un modesto restaurante donde su carta fuerte son las enchiladas acompañadas de papas fritas y cecina, aunque también de chuletas fritas.

El lugar funciona desde el año 1954 y se ubica en el centro de la ciudad, sobre la carretera que conduce al municipio de Platón Sánchez; “ahí nomás a dos cuadras” a partir del entronque, nos guió un lugareño en aquella ocasión.

No es el único lugar donde las enchiladas cobran un tamaño descomunal en la huasteca, donde una sola tortilla puede cubrir el plato completo, por lo que es recomendable pedir de dos en dos, según la capacidad del comensal.

En Tihuatlán se encuentran las llamadas Enchiladas Gigantes del Aeropuerto, situadas en el entronque que conduce a la pista aérea de El Tajín, local que también suele ser frecuentado por los viajeros tanto por el buen sazón, como por la economía.

Poza Rica, al constituirse principalmente de población que migró desde varios puntos del país, pero en especial de la Huasteca, cuenta con diferentes restaurantes dedicados de manera exclusiva a la venta de enchiladas.

En el campo, los trabajadores suelen llevarlas de lonche, envueltas en hojas de plátano, que les agrega un sabor diferente, más si van acompañadas de huevos duros.

Las enchiladas son por sí mismas, una muestra de la mexicanidad; fruto del avance tecnológico que representó la domesticación del maíz desde su antecesor, el teocintle, y la mezcla con la gastronomía traída por los europeos que introdujeron las reses y cerdos a nuestras cocinas.

De jitomate, de chiltepín, cacahuate o morita; con queso o con crema, las enchiladas son un deleite para cualquier paladar. Buen provecho.

 

 

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