El Callejón del Espanto

*Un lugar adornado con murales y arte que representa la cultura, música y tradición de los tlacotalpeños se esconde entre las calles y casas multicolores de Tlacotalpan, Patrimonio Cultural de la Humanidad

Inés Tabal G.

Tlacotalpan, Ver. Una callejuela angosta conduce a un lugar lleno de estampas tlacotalpeñas que lo distinguen de entre otros del pequeño pueblo.

Su ubicación se encuentra casi escondida de entre los visitantes, pero a la vista de casi todos, pues está en el centro, rodeado de iglesias ancestrales y estatuas monumentales. En medio, unas lámparas adornan el espacio que poco a poco se llena de colorido y arte.

Las paredes color ladrillo y desgastadas por la humedad hacen alusión a su nombre: El Callejón del Espanto, nombrado así por los locales para asustar a las personas que por las noches venían a este sitio a encontrarse con sus amores a escondidas.

Hoy se convirtió en el reflejo del arte urbano que también tapiza las paredes del pueblo multicolor donde Agustín Lara nació y que se encuentra impregnado de cultura.

El Callejón del Espanto representa el arte, la cultura y tradición de la “Perla del Papaloapan” que es plasmado en sus murales que recorren lo largo de esta callejuela.

En primer lugar, un mural dedicado a la fiesta de la Virgen de la Candelaria, con la tradicional suelta de Toros. En la imagen se representa al tlacotalpeño vestido con un traje de manta y sombrero corriendo entre las calles mientras uno de estos animales fúricos lo persigue.

Unos cuantos pasos más adelante está una persona con su caña de pescar y debajo de él, entre el concreto de la calle, salen dos grandes peces de color rosa y verde dispuestos a engancharse a su anzuelo. Esto representa el pueblo que ha sobrevivido de la pesca.

La raíz afrodescendiente con una mujer mulata cargando un jarrón, las palmeras y los jarochos son otra estampa que no podía faltar en esta pasarela de arte urbano y, por su puesto, la música, con un hombre bohemio vestido con sobrero, traje blanco con tonalidades gris, cigarro y botella en mano.

Las notas musicales del piano que se extiende a lo largo del muro carcomido por la humedad salen de este hombre y se enredan entre las demás personas que esperan sentadas en una banca que simula el parque.

Entre el techado de las casas cuelgan pequeñas banderas de colores que se mueven con el vaivén del viento proveniente del río Papaloapan.

Como toque final de este pasillo de representaciones típicas tlacotalpeñas está el rostro de “El Flaco de Oro”, uno de los principales artistas del bolero que se pierde entre las diferentes tonalidades de grises y sombras con las que lo decidieron retratar.

Al salir de esta callejuela y como si fuera un laberinto, retornas al centro de la ciudad para volver a toparte con las casitas coloridas emblemáticas de Tlacotalpan y así seguir tu recorrido por este pueblito que por su belleza y tradición fue nombrado Patrimonio Cultural de la Humanidad.

 

 

Compartir: