Voladores de Papantla: pasado y presente

Fotogalería y texto: Carolina Miranda

Papantla, Ver.- Observarlos volar como pájaros siempre es un deleite visual. La adrenalina se apodera de los presentes al ver a esos hombres lanzarse al vacío y girar.

A unos metros de la pirámide de El Tajín, una ceremonia ritual para pedir al Padre Sol y a la Madre Tierra fecundar y traer alimentos en la cosecha es un atractivo turístico que regala uno de los imperios indígenas más importantes mesoamericanos: Los totonacas.

La tradicional ceremonia del corte, arrastre y siembra del Palo de Volador, un símbolo de preservación autóctona, es el preludio del ritual de los Voladores de Papantla, un emblema de la nación indígena.

La pequeña base de madera, la cruz, el pivote y los cinco hombres danzando y tocando música para rendir tributo a sus dioses, sorprende a propios y extraños, pero además busca alejar las sequías y atraer la lluvia.

Verlos colgados de una cuerda, girar 13 veces cada uno de ellos -pues multiplicado por los cuatro voladores da como resultado el número 52 que simboliza el ciclo del Calendario Maya- es ver nuestro pasado y presente.

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