Culto de sabor, moles de Coatepec

*En el Museo del Mole las imágenes de los chiles serrano, de árbol, chilaca, pasilla, guajillo, se mezclan con los recipientes de distintos tamaños

Juan David Castilla

Coatepec, Ver.- Entre muros de piedra antiguos y gruesos, yace una escultura de una mujer indígena con utensilios históricos para moler semillas, chiles y elaborar una pasta que permita preparar el mole, un platillo de la época prehispánica común en Veracruz y otras regiones del país.

A sus costados hay recipientes de distintos tamaños y formas. Los pequeños están llenos de pepitas de calabaza y chiles de distintos tipos: unos secos y otros recién cortados de las matas.

Hay imágenes de los chiles serrano, de árbol, chilaca, pasilla, guajillo, manzano y otros, pero se destaca que la mayoría de los moles actuales se hacen con  cuatro chiles principales: ancho, mulato, pasilla y guajillo.

El chile es considerado el ingrediente más importante del mole y es fundamental para la cocina mexicana, pues se dice que recoge la sabiduría de los antepasados y funde las culturas de todos los grupos indígenas, para colocarlo como uno de los alimentos básicos y estratégicos para la agricultura.

Al frente hay un fogón improvisado con piedras y leña, con un comal encima donde se observan tomates verdes, jitomates y chiles toreados, características de una cocina tradicional, de antaño.

La mujer viste prendas típicas. Lleva una blusa blanca con ligeras costuras color violeta en el contorno del cuello y mangas. También una falda larga, color rosa mexicano, con flores bordadas en la cintura y un cordón azul.

En las paredes hay tazas, platos y otros trastos de talavera y barro, donde se detalla la historia de los moles novohispanos, los rasgos de la cocina conventual y las leyendas del mole poblano.

Cuenta la leyenda que en un convento poblano se planeaba un banquete para el obispo Juan de Palafox (1600-1659) y que fray Pascual estaba cocinando, llegó el diablo y con su larga cola tiró los chiles, especias y bizcochos en la manteca donde se freían unas piezas de guajolote.

“Después de mucho maldecir, fray Pascualillo probó el guiso resultante y pidió mil perdones al Altísimo, ya que no fue la cola del diablo sino el aleteo de un ángel el responsable de tal acto. El fraile espolvoreó ajonjoli tostado para presentarlo al obispo, quien encantado con el platillo se chupó los dedos”, se lee.

Al fondo hay varios utensilios que facilitaban la actividad de la industria del mole. Hay básculas de diversos tamaños y formas, también pailas, freidoras, tostadores, trituradores, molinos y batidoras.

En la entrada principal hay un arco amplio, dentro de Casa Mercado, municipio de Coatepec, donde se lee “Museo del Mole”.

Se trata del primer museo de este tipo en la región, en el estado y en el país, que resulta un importante atractivo turístico en el Pueblo Mágico, ubicado a solo diez kilómetros de Xalapa.

Se encuentra en la esquina de las calles Segunda de 5 de Mayo y Enríquez, a solo dos cuadras del parque Miguel Hidalgo y Costilla y de la parroquia de San Jerónimo.

El director general de Mole Castizo,  Rodolfo Hernández, recuerda que la historia del mole en Coatepec empieza hace 80 años con su abuela paterna.

“Fueron los primeros pasos que ella dio en el tema de hacer un mole en pasta. Ella era de Ixhuacán de los Reyes, un pueblo cercano. Se da un proceso familiar y hace 26 años mi papá muere y nosotros, mi hermano, mamá y yo, empezamos con el tema de Mole Castizo”, recuerda.

 

 

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