Tocotines: venerar a los Santos

*En el Pueblo Mágico de Xico y Coatepec, docenas bailan con máscara sonriente, mejillas y boca roja en una fiesta religiosa

Arantxa Arcos

Xico, Ver.- “Uuupa”, chiflidos y gritos de alegría se escuchan en cada paso que dan los tocotines, con sus vestimentas coloridas, similares a la que ocupan payasos que generan risas entre menores de edad.

Ellos no cumplen esta función de risas. Bailan y parlotean para venerar a sus Santos Patronos: como San Jerónimo en el Pueblo Mágico de Coatepec o a Santa María Magdalena, en Xico, un Pueblo Mágico.

Pantalones holgados en diversos colores, zapatos con tacón que deben crujir con el pavimento al momento de marchar en dos segundos, una máscara sonriente con mejillas y boca roja, con los aditamentos básicos de ellos.

La variedad de colores es elegida por el feligrés que lo simboliza: el amarillo, verde, rosa y rojo, todos en tonalidad chillante, son los preferidos. Otros, mezclan flores, formas, figuras o amplían a sus santos para cubrir toda su espalda.

Su danza es acompañada con un violín y castañuelas que cuelgan de sus muñecas, estas suenan a la par de un zapatazo y brinco con euforia. El cansancio nunca se exhibe en sus rostros cubiertos con un pañuelo que evite rozaduras por ocupar una máscara durante varias horas.

La lluvia es, en ocasiones, el refrescante de su pasión por caminar calles en modo de procesión religiosa, hasta llegar al atrio religioso o a los bajos de la escultura de su Santo, principalmente en fiestas patronales; para Coatepec, el 30 de septiembre y para Xico, el 22 de julio.

Para cubrir su cabello, ocupan un cono forrado con siluetas de hilo en color, papel metálico que envuelven tradicionalmente en regalos o trozos de tela que sobró en su amplio y ondulado traje de al menos tres capas; una cuelga de su cuello, la segunda su pecho y la tercera el torso y las piernas.

La similitud con un payaso de fiesta pero enfocada a la fe católica, es la más predominante en tocotines, aunque también, simular la cabeza de una vaca o toro y el cuerpo de su criador.

Ambas iniciaron como representaciones de la llegada de los españoles a la región centro de la entidad, donde rememoran la Conquista.

Ancestros comentan a nuevas generaciones que el ritual puede durar hasta cuatro horas con casi 18 partes de la danza, para personificar cómo Hernán Cortés hizo la petición de convivir con el emperador Moctezuma a través de ciertos diálogos en idioma náhuatl.

El tiempo de baile depende de la energía y fe de los tocotines que llegan a caminar grandes distancias hasta parlotear en la iglesia católica anhelada, murmurando sus peticiones personales e irradiando alegría de cumplir otra danza a su santo.

 

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