Evaristo, el cotorro mayor

*En el Barrio Primero, el jaranero Evaristo Hernández Hernández cura el alma, el cuerpo y el hambre

Nadia Carrión

Cosoleacaque, Ver.- En un colorido mural, repleto de hojas verdes y cotorros, el rostro del “Tío Evaristo” se mira contento. Su sombrero y su inseparable jarana le van bien.

En las entrañas del Barrio Primero, se rinde tributo a Evaristo Hernández Hernández, un hombre de 67 años de edad que lleva en las venas la música de cuerdas, la medicina tradicional y la agricultura.

El “Tío Evaristo”, como se le conoce, cura el ama con sus sones jarochos, cura el cuerpo con las plantas y cura el hambre de muchos con sus cosechas. Es querido y respetado por toda una comunidad.

Con 48 años de jaranero en su natal Cosolecaque, educa a nuevas generaciones y todo gracias a su padre, un virtuoso quien lo inició en la jarana, junto con sus hermanos.

“Yo le decía a mi papá: yo no voy aprender. Y la respuesta era: aquí tienes que aprender, con tus hermanos estarás presente”, dice. Siempre se lo llevaba a los velorios y su padre cantaba y tocaba la flauta y el tambor.

“Tocaba de todo, tenía su grupo de alabanzas”, rememora.

En compañía de sus hermanos Mario, Diego y Chabelo creó el grupo de son jarocho “Los Cotorritos”. Durante años el Son fue su vida, hasta que la edad de todos llegó y decidieron parar.

Con la voz entrecortada, con sentimiento y alegría presume que sus hijos, nietos y yernos los envuelve el son jarocho y la música.

Su conocimiento quedará para futuras generaciones y eso le hace sentir tranquilo cuando tenga que partir de este mundo.

Los 48  años en la música, los comparte, sin celos, con la medicina tradicional. El  Tío Evaristo cura la fiebre, dolor de huesos, mordedura de serpientes y hasta alcoholismo.

En ocasiones ocupa 90 hierbas y 20 palos gruesos, lo hace polvo y los otorga a sus clientes.

“Capulincillo, ensalmo a los niños, tallada de hueso, mordedura de víbora, y té para la enfermedad”, describe.

Con frecuencia buscan al Tío Evaristo para sacar víboras, nauyacas, rabo hueso y coral e incluso para quitar la dentadura de serpientes.

“Desde que tengo 18 años el campo no lo dejo, a veces siembro chile, cilantro, habanero. Si yo quiero un tamal voy especialmente a mi campo, en tiempo de agua como ahorita nacen todas las cosas”.

 

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