Una joya de Xalapa

Anselmo Betancourt

 

Xalapa, Ver.- Quizá sea poco conocido el dato de que la Catedral Metropolitana de Xalapa esté consagrada a la Inmaculada Concepción o que haya sido el obispo de Puebla de los Ángeles, Juan de Palafox y Mendoza, quien haya encomendado los inicios de la construcción de la Catedral capitalina en 1641.

Sin embargo, tuvo que ser hasta 1864 que se terminara en su totalidad la  edificación y se erigiera aquí la diócesis de Veracruz con sede en esta ciudad capital. Para estas fechas su estilo era completamente barroco, pero con las remodelaciones que sufrió a finales del siglo XIX su estilo tornó hacia el neogótico.

La torre de oriente está remata por un reloj traído expresamente de Inglaterra, dicha torre fue terminada en 1778, con una altura de más de 50 metros. El campanario principal tiene seis campanas en total, la principal es la que llama a misa los domingos y la más grande de todo el estado de Veracruz.

La torre poniente ha dado lugar a muchas leyendas. Se sabe que quedó inconclusa por el peligro de asentamiento del piso, debido al sistema de túneles que corren de la catedral al parque Juárez y, se dice, llegan al Cerro de Macuiltépec.

En todo el interior del templo queda más visible el estilo barroco, con las bóvedas, las columnas y las molduras en lámina de oro. La Catedral de Xalapa cuenta con verdaderas joyas de arte sacro, muchas de ellas traídas de Europa durante uno de los periodos presidenciales de Antonio López de Santa Anna.

Otra de las joyas, esta instrumental, es un órgano construido en 1901 expresamente para esta catedral. El órgano fue restaurado en el año 2015, luego de 40 años de abandono. Actualmente puede ser escuchado todos los domingos en misa de 12 y de 20:00 h.

Una de las capillas más visitadas es la de San Rafael Guízar y Valencia, beatificado por Juan Pablo II y canonizado por el papa Benedicto XVI.

La Catedral de Xalapa concentra en sí misma la historia de una ciudad. El gran historiador y narrador Guillermo Prieto la visitó en el siglo XIX cuando pasó por aquí, la contempló a través del chipi-chipi xalapeño. Bajar por la calle de Lucio o de Revolución y toparse con esa edificación es observar a la verdadera Xalapa, subir sus escalinatas, cruzar sus enormes puertas es traspasar sus siglos de historia, sentir su espiritualidad, oler su incienso de años, postrarse en ella.

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