El ensamble huesudo de Xalapa

*Siete músicos tallados en papel maché por manos artesanales expertas, regresaron del inframundo para deleitarnos con música en el centro de poder de la capital veracruzana y así celebrar el Día de Muertos

Javier Salas Hernández

Xalapa, Ver.- No tuvieron paciencia a que dieran las 12 de la noche para salir de sus tumbas, mucho menos esperar al 2 de noviembre, único día del año que tienen permiso para dejar momentáneamente el inframundo y regresar al mundo de los vivos.

A todos, a los siete, se les quemaban las habas, se mordían los huesos de la mano y al final del día ofrecieron el mejor concierto de su vida… de su vida después de la vida.

Majestuosos e impecablemente vestidos. Tal vez, mientras estuvieron entre los vivos solo se conformaron con ser parte de la orquesta y no se atrevieron o no quisieron hacer lo que hoy han hecho, tener su propio ensamble, de cuerdas.

A simple vista, lo que se puede observar es que hubo tiempo suficiente para concebir la idea de conformar un ensamble, seleccionar el vestuario adecuado, afinar los instrumentos y ensayar las obras a interpretar.

La flauta y los platillos son el complemento perfecto de los violines y los violonchelos.

Instrumentos tocados por algunos de los filarmónicos que ha dado Xalapa y que cruzaron el umbral de la vida a la muerte, pero por un momento les dieron la oportunidad de volver a hacer lo que siempre hicieron, deleitar con la música de Chopin, Mozart, Beethoven, Schubert, Liszt, entre otros.

En la víspera de la celebración del Día de Muertos, el patio central del Palacio Municipal de Xalapa es el escenario del magnífico ensamble de cuerdas, integrado por 7 huesudos músicos finamente tallados por manos artesanales expertas que moldearon el papel maché y lograron los tonos adecuados de pintura.

La celebración del Día de Muertos data de la época prehispánica para recordar a los que ya partieron y se celebra el 1 y 2 de noviembre. En 2008, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró la festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de México.

Por eso están aquí. Desde el segundo y tercer piso del edifico se tiene una vista prácticamente aérea del ensamble, pero el lugar más adecuado es al ras de suelo, donde se puede apreciar a detalle cada uno de los movimientos de los huesos.

El concierto concluyó y cada uno se vuelve a su tumba albergando la esperanza de ser llamados el próximo año, otra vez en la víspera del Día de Muertos, que se celebra en México como un culto a la muerte, pero más que “un culto a la muerte es un culto a la vida”, decía el escrito mexicano y nobel, Octavio Paz.

Esperarán un año más y no se sabe si tendrán la paciencia de estar impávidos en sus sepulcros por otros 365 días.

 

 

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