Jardín Botánico, perfección de la naturaleza

*En los márgenes territoriales de Coatepec y a dos kilómetros y medio de la ruidosa y caótica ciudad de Xalapa, el Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero, una maravilla de la naturaleza, una naturaleza imperfecta e impredecible, pero a la vez, paradojas de la creación, perfecta con sus formas

Édgar Ávila Pérez

Coatepec, Ver.- Una grisácea lagartija surge de entre los matorrales dando saltitos entre una tierra rojiza y un pasto verde, tan verde y vivo que deslumbra a la vista. Y con sus cuatro patas presurosas se interna a un mosaico viviente de un bosque de niebla.

El pequeño reptil, asustadizo por la presencia de extraños, se adentra a una maraña de plantas coloridas y olorosas, a un reducto de ruidosas aves, de juguetones mamíferos e insectos multicolores que se columpian en portentosas ramas de árboles milenarios.

Las miles de hojas secas -con todo y sus caprichosas formas, sus descoloridos tallos, sus nervaduras y sus contornos pálidos-, tiradas en 30 hectáreas, forman parte de las estampas que ofrece un bosque mesófilo, un reducto de diversos rostros, olores y colores al paso de las estaciones del año.

Los luminosos rayos del sol permiten observar una maravilla de la naturaleza, una naturaleza imperfecta e impredecible, pero a la vez, paradojas de la creación, perfecta con sus formas, sus vidas… y todo en un solo espacio de los márgenes territoriales de Coatepec: el Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero.

Difícil describir con palabras las entrañas de este santuario de más de 30 hectáreas, basta ver a dos juguetonas ardillas de cola rojiza correr felices por arbolados senderos y áreas repletas de una gran variedad de vegetación distribuida en colecciones, como las prehistóricas cycadas, palmas, bambúes, plantas acuáticas y carnívoras.

El sol, por las mañanas, acaricia con sus directos rayos al oasis, pero a veces, la humedad y la neblina se encelan y abrazan todo el espacio, llenándolo de rocío y tímidas nubes que todo lo cubren y, al mismo tiempo, dejan ver una imagen surrealista.

Y el fuerte Haya, quien se luce en medio del reducto de bosque, se deja acariciar por ambos, en una perfección que remiten a los jardines japoneses, con todo y sus bancas y sus pergolados de madera que hacen único al lugar.

La colección de Cycadas, un grupo de plantas que fueron contemporáneas de los dinosaurios, es la más importante en su tipo en México y América Latina, con sus  54 especies, bajo el estricto cuidado y tutela del Instituto de Ecología.

En los contrafuertes de la Sierra Madre Oriental, a dos kilómetros y medio de la ruidosa y caótica ciudad de Xalapa, la quietud sobrecoge entre el jardín ornamental y etnobiológico, entre las plantas comestibles y carnívoras, en la serenidad de esos viejos árboles.

Los exuberantes helechos arbóreos, tratan de cubrir inútilmente un pequeño lago del jardín, resguardado por especies acuáticas –asegura el Inecol con toda razón- de singular belleza como la  Nymphaea mexicana, una planta endémica y la Cola de Caballo Equisetum sp. especie primitiva.

El ruidoso, pero a la vez encantador, canto de los pájaros, el armonioso sonido de las hojas de los árboles mecidas por el viento, el murmullo del agua corriendo a lo lejos, y los chirridos de los insectos forman, aunque parezca extraño, un mundo de quietud del que uno jamás quisiera salir.

 

 

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