Los mil rostros de “Paco” Beverido

Por Édgar Ávila Pérez

Xalapa, Ver.-Los surcos, esos que asemejan raíces de un roble poderoso, se extienden en el rostro del hombre que llegó a los 70 años… las raicillas se contraen cada vez que suelta una palabra firme, de las que se escuchan hasta la butaca más recóndita en un escenario.

Las expresiones en el semblante del hombre llamado Francisco Alberto Beverido Duhalt son mil máscaras en una sola, son como las máscaras que cuelgan de la pared de su casa.

Su mano toma con firmeza su eterno cigarro y el humo se disipa ante la cara de  “Paco” Beverido, un individuo que es mil personajes y uno mismo a la vez, es su vida misma y su oficio que trae en la sangre: actor, dramaturgo, productor, director, docente e investigador teatral.

Y nunca para de moverse, desde aquellos siete años cuando su tío Luis Alberto Beverido Pereau lo atrapó cuando realizaba puestas en escena con un grupo de aficionados en el teatro del IMSS, hasta hoy que está dedicado a la Revista Tramoya, especializada en teatro de la Universidad Veracruzana.

Foto: Identidad Veracruz

“Es un trabajo que me gusta, conocer los textos de nuevos autores o recordar autores no tan jóvenes, algunos momentos y entonces tener textos suyos”, afirma.

El ícono del teatro veracruzano, jamás deja de pensar en posibles puestas en escena y esa ventana se la da Tramoya, pero también su trabajo constante en el teatro que además es su hobbie.

“Hay mucha gente que se jubila, entonces, tiene hobbies, una afición y se dedica a eso. En mi caso de todas maneras mi hobbie sigue siendo el teatro…”, afirma.

Paco Beverido fundó en 1979 La Caja, un espacio para los talleres libres de actuación de la Universidad Veracruzana; y Candileja, A.C., el único centro de documentación teatral.

Foto: Identidad Veracruz

El teatro, dice, le ha dejado muchísimas satisfacciones, como el reconocimiento del público, pero franco admite que no es una carrera fácil, tiene dificultades y sin sabores.

“Sí, sigo trabajando. Aunque me hubiera jubilado seguiría trabajando, dirigiendo, actuando”, agrega.

La puerta de su hogar siempre está abierta y con ello emanan los olores de sus libros meticulosamente acomodados, entre ellos Las Vidas de los doce Césares, Anábasis de Alejandro Magnoy las obras de William Shakespeare, José de Zorrilla, Pedro Calderón de la Barca y Dante Alighieri.

Su relación con las tablas le ha permitido una relación con muchísima gente, desde aprendices de actores, aficionados y profesionales; y conocer más de la mitad del país llevando puestas en escena.

Respetado por su andar en los escenarios, relata que ha tratado de dejar algo positivo que pueda ser útil en el futuro. Por su cabeza ni siquiera pasa la idea de cómo le gustaría ser recordado, sobre todo porque conoce la ingratitud del teatro.

“Hay una cosa decisiva y fundamental: si uno no está en cartelera no existe”, afirma, lapidario.

Como ejemplo pide preguntar por Narciso Busquets y José Gálvez, de quienes pocos se acordarán, porque -dice- no es lo mismo Luis Aguilar o Pedro Infante o incluso Joaquín Pardavé que tienen películas que se siguen repitiendo en la televisión.

“En cambio, la gente de teatro ya no está en cartelera; hay mucha gente que no recuerda a estos actores, Miguel Massieu o Augusto Benedico”.

Tampoco se trata de luchar por no ser olvidado, porque sabe que si dejó algo, ahí va a estar, cuando menos mientras dure la memoria de una persona.

Foto: Identidad Veracruz
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