Jalcomulco, el río de emociones

Por Óscar Sánchez

Jalcomulco, Ver.- El espeso bosque mediano y bajo subtropical envuelve al lugar. El sonido del movimiento de los arboles, entre ellos el palo bobo, rajador, vara dulce, chaca, guacima, espino chijal y raspillo, se escucha hasta el corazón de esta población llamada por los náhuatl como “el rincón de la arena”.

Los armadillos, conejos, zorras, tuzas, tejones y loo coralillos, víboras de cascabel y culebras negras de agua, deambulan libremente en las montañas que rodean Jalcomulco, una población asentada a 25 kilómetros de la ciudad de Xalapa, capital del estado de Veracruz.

En el pueblo fundado en 1825 en la margen izquierda del río de los Pescados o río La Antigua (cambian de nombre en los márgenes de la comunidad), siempre se mezclan los sonidos de las aves cantoras y de las aguas que descienden de las montañas rumbo al Golfo de México. El cuchicheo de ambos es remanso para cualquiera.

Foto: Identidad Veracruz

El oasis de tan sólo 72 kilómetros cuadrados de extensión que es Jalcomulco, encierra toda una aventura gastronómica, de espectaculares países y de deportes extremos para todas las edades: niños, jóvenes, adultos y hasta ancianos tienen un lugar  en este espacio arrullado por el río.

Sobre los últimos montes orientales del cofre de Perote, la octava montaña más alta de México, Jalcomulco es sinónimo de escalar escarpadas paredes naturales, caminar por barrancas,  arrojarse en una balsa por un enorme río.

Es aventarse por tirolesas interminables, enfrentarse a enemigos en una confrontación de gotcha, cabalgar en caballos y en bestias de cuatro ruedas por las veredas de las montañas e incluso sumergirse en los vapores de un temazcal.

“La temporada más fuerte es en las vacaciones de verano, Semana Santa y las vacaciones de diciembre, porque aquí siempre hay calor”, afirma Santiago Sánchez  de “Mickey Motos”, uno de las empresas que ofrece actividades para todos los turísticas.

Foto: Identidad Veracruz

Desde este lugar se contrata la tirolesa de 600 metros que atraviesa el río en tres estaciones de 200 metros; el rapel de 45 metros; y el descenso de río en tres horas llenas de emoción y adrenalina.

Sánchez, un joven que nació y creció en esta región, recuerda que el descenso de río o “rafting” es la madre de todas las aventuras, pero además la escalada y el “rapel”, en sus innumerables barrancas y cerros como Tuzamapan, Chicabaxtla, Pizaltepec, Mesa de Olvera, Boludo, la cañada de Acapan.

En el puente Pescados  y hasta Agua Caliente, Carrizal, se localizan las dos secciones del río comúnmente utilizadas por los operadores de rafting. La adrenalina fluye desde el tramo del Puente Pescados al Puente Jalcomulco, y  luego por Apazapan hasta Carrizal, conocido como el río la Antigua.

Foto: Identidad Veracruz

El ambiente cálido y sus abundantes lluvias en verano son el pretexto ideal para las cervezas y lo mejor de gastronomía de Jalcomulco, con la joya de su corona: “acamayas”, un camarón gigante de río, denominado en otras regiones como langostino. En salsa verde, al mojo de ajo o enchipotlado es la máxima expresión de la cocina de estas montañas y de su gente.

Por supuesto las crucetas, los cactus alargados y el nopal en caldillo de chile seco o con huevo; los tamales de flor de izote, los tempispis y tamales asados, tan característicos y deliciosos en esta región.

“Mucha gente se salió del campo y ahora son guías”, afirma Ramón Tenorio, un hombre que encabeza una familia que vende los tamales típicos de la región, esos de masa “normal”, mezclados con hoja de aguacate y chiles de la zona.

Foto: Especial

Todo es un amasijo de sensaciones que, en mucha ocasiones, explotan en su música, fiestas danzas y tradiciones, como el carnaval tradicional de disfrazados, donde hombres, mujeres y niños  utilizan trajes típicos y salen a bailar por las calles; o la celebración de la aparición de la Virgen de Guadalupe; y la fiesta en honor a San Juan Bautista, santo patrono del pueblo.

La música con banda de viento, siempre se mimetiza con los sonidos de la naturaleza, esos que jamás se detienen en una rinconcito de Veracruz.

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