El torito centenario de la Chata

La receta supera los 100 años y es una mezcla de jugo de caña, frutas de la región y leche mezcladas


Víctor M. Toriz

En el corazón de Boca del Río sobrevive una antigua cantina que es al mismo tiempo la principal promotora de la bebida más tradicional del sotavento veracruzano.

Se trata de una mezcla de jugo de caña, frutas de la región y leche mezcladas en una receta que supera los cien años y que es guardada en la memoria de Lorenzo Montalvo, propietario del negocio familiar cuyo origen se remonta tres generaciones atrás.

“Se habla de lo que tiene Veracruz café, playas, mariscos y también tiene su bebida que es el ‘torito’, es como la que tienen en Oaxaca que es el mezcal, en Jalisco tienen el tequila que son bebidas a base de alcohol y fruta”, cuenta orgulloso Montalvo, un hombre de estatura baja y que no disimula su energía al invitar a quien lo visita por primera vez a degustar todos los sabores antes de decidir que botella quiere en su mesa.

Su tono de voz es característico de los boqueños de nacimiento, una mezcla de los jarochos porteños y los veracruzanos de la región de la Cuenca del Papaloapan, pero lo distingue un alto grado de hospitalidad que caracteriza a los habitantes del lugar.

Lorenzo Montalvo ha dedicado su vida a la elaboración de la bebida y al mismo tiempo rescata de la memora familiar para conocer el origen del torito y del negocio que administra.

Esta bebida tradicional nace en los llanos agrícolas de esta región, aunque no existe un registro que pueda detallar su antigüedad en Toritos La Chata, se elabora y sirve desde el año de1938.

Se habla que los jornaleros de los cañaverales y naranjales desde Boca del Río hasta Cosamaloapan trabajaban largas jornadas, veían en el licor un estimulante para poder seguir trabajando.

Fue en ese Veracruz postrevolucionario que comenzaron a tomar el alcohol de caña y lo fueron mezclando con jugo de naranja, con piña, con frutas que tenían a su alcance y comenzaron a decir que los hacía sentir como un toro, fuertes. De esa fuerza extra que daba a los trabajadores fue que surgió el nombre de la bebida.

El torito se bebe frío, directo de la botella o en jarras a la mitad con cubos de hielo. De cacahuate, coco, fresa, mango, guanábana, nanche y jobo las botellas cuelgan de una cava construida por encima de la barra y en vitrinas que al fondo decoran de manera involuntaria el negocio, un local con una puerta amplia que invita a refrescarse, en donde conviven pescadores, obreros y turistas atraídos a la ciudad con el más alto grado de modernidad en el Estado, pero que al mismo tiempo conserva sus tradiciones.

“Todo es natural, es casero, no tenemos industria pesada, es industria nuestra de la casa, artesanal, se hace con leches evaporada, condensada, la fruta que vayamos aplicarle, el alcohol de caña”, dice orgulloso con su voz gruesa Lorenzo Montalvo.

Es una bebida que bien sirve de aperitivo o digestivo, sobre todo para refrescarse en un clima tropical como el veracruzano.

“Un buen torito debe ser cremoso, el sabor debe ser muy rico, cremosito, sobretodo que no tenga mucho alcohol, que no sea muy arriba de los niveles para que la gente lo pueda degustar con todo su sabor.”

 

 

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