El cantar de los cantares de José Emilio Pacheco

*José Emilio es de los escritores que, con sus libros, siempre dan la idea de un afectuoso maestro que nos lleva de la mano por lo mejor de las letras universales.

Rodolfo Mendoza

La literatura mexicana está en deuda con José Emilio Pacheco, uno de los polígrafos más grandes de nuestra lengua. Muchos de los lectores vimos en Las batallas en el desierto la puerta de entrada al mundo de las letras. Las batallas dio pie a una fabulosa película que ganó ocho premios Ariel: Mariana, Mariana, dirigida por Alberto Isaac y con adaptación cinematográfica de Vicente Leñero. A partir de esa breve novela, también, el grupo de rock Café Tacuba escribió una canción: Las batallas.

Cuentista, narrador, ensayista pero, sobre todo, poeta, José Emilio es uno de los más grande escritores de la lengua. Es célebre su infinita memoria (sólo comparable a la de Carlos Monsiváis), y se dice que podía citar de memoria igual un poema de Sor Juana que uno de Góngora, Borges o López Velarde.

Pertenece a la generación de Carlos Monsiváis, Eduardo Lizalde, Sergio Pitol, Juan Vicente Melo,  Vicente Leñero, Juan García Ponce, Sergio Galindo y Salvador Elizondo, una de las generaciones más prolijas y vanguardistas de la literatura hecha en México.

A Pacheco era común leerlo en cualquier medio periódico del país y siempre se sorprendía el lector de leerle temas tan diversos. Estamos en deuda con Pacheco por tantas y tantas páginas publicadas en México en la cultura, en Revista de la Universidad de la UNAM, en Casa del tiempo, en Biblioteca de México, en Proceso, en fin, en todas aquellas páginas en donde leímos sugerencias, críticas, recomendaciones, relecturas de los clásicos griegos y latinos. José Emilio es de los escritores que, con sus libros, siempre dan la idea de un afectuoso maestro que nos lleva de la mano por lo mejor de las letras universales.

Una de sus facetas también muy celebradas es la de traductor. Enlistar sus traducciones o Aproximaciones, como gustaba él decir, es tarea que todavía falta. Una de esas traducciones es El cantar de los cantares (Una aproximación) de José Emilio Pacheco. Libro evidentemente poético al tiempo que erudito. En un brevísimo libro (de apenas 47 páginas) el autor de El principio del placer, da cuenta de una larga tradición de la que se ocuparon e inspiró la obra de, entre otros, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León y Francisco de Quevedo.

En una nota introductoria, José Emilio Pacheco cuenta que gracias a Julio Scherer García descubrió una traducción literal, hecha palabra por palabra del famoso libro atribuido a Salomón: In Cantica Canticorum, esa famosa alegoría bíblica de la unión de Dios con Israel o de la divinidad con el alma humana, para ponerlo en un sentido más occidental.  Pues bien, esa versión de El cantar fue realizada por Jesús Díaz de León y publicada por primera y única vez en Aguascalientes en 1891. Nos dice el autor de El reposo del fuego que consultó todas las versiones realizadas anteriormente en español y que la suya es, solamente, “una aproximación”. No es de su interés dar una versión totalmente apegada ni, mucho menos, definitiva; sino más bien ofrecer al lector una versión poética y más allegada al sentido contemporáneo y occidental.

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