La armonía de la fe y la cocina

*En las entrañas del Monasterio de las Benedictinas San Juan Bautista en Xico, se profesa el credo como una de las maneras de cocinar en la tradición italiana y surge un abanico de sabores y sensaciones

Édgar Ávila Pérez

Xico, Ver.- El aroma del albahaca, orégano, romero y tomillo, y el inconfundible olor de aceite de oliva, colman cada esquina de un monasterio con estirpe italiana que luce orgulloso en montañas veracruzanas.

En este lugar sagrado, donde el huerto es prolijo en vegetales frescos y el corral ve pasear alegremente gallinas ponedoras, surgen recetas del “Bel Paese” que siempre están en armonía con Dios.

La harina de trigo y arroz, el tomate, carnes rojas y de pescado, el queso, legumbres, frutos secos y hierbas aromáticas rinden tributo y homenaje a una de las cocinas más antiguas del mundo, todo desde un pedacito italiano en la región indígena de Xico: Monasterio de las Benedictinas San Juan Bautista.

Y aquí, cada vez que Sor María Giovanna  -una mujer delgadita y de voz muy finita y dulce, como la de una niña-, usa sus manos y sus sentidos para recrear esas composiciones de la vieja Europa, su mente evoca imágenes en blanco y negro, salidas de un arcaico televisor, donde una alegre familia comparte el pan.

“Recuerdo las películas antiguas, donde estaba toda la familia haciendo convivio y cada vez que te comes el plato de pasta recuerdas todo y aprecias mucho más ese sabor”, dice con dulzura aquella mujer que prepara cada platillo llevando al pie de la letra la tradición monástica.

Surge un abanico de sabores y sensaciones con la crostata, pan de huevo, galletas de mantequilla, nuez, almendra y café, pasta dura, aceite con ajo y chile, aceite aromático, con los quesos con hiervas italianas, por supuesto el tradicional limonchello, el licor de café y licor de navidad con un toque de canela.

El secreto para alcanzar el reflejo de esa riqueza cultural -relata Sor María Giovanna, coatepecana quien vivió casi dos décadas en Roma-, es estar acompañado de la bendición de Dios. “Es verdad que tú puedes seguir fielmente la receta, pero si no estás en esa armonía con Dios, puede que no salga”.

La Santa Regla de San Benito, cuyas moradoras del monasterio tratan de cumplir al pie de la letra como desde principios del Siglo VI, dice que cada obra que hagan tiene que ir acompañada de oración. “Señor, bendice tú lo que estamos por hacer”, reza y se aplica en toda la vida: recetas, regar las plantas y en la oración comunitaria.

Como dictó Benito de Nursia, el Monasterio de Xico cumple con una de esas reglas sagradas: tener un huerto, granja, molino y todo lo necesario para producir alimentos, viandas que hoy se ofrecen en esta región montañosa de Veracruz.

“La tradición monástica señala que cada quien cultiva su huerto. En Italia cada monasterio tiene su cultivo de olivos, de ahí el aceite de oliva y el jitomate se recoge en julio y se hacen las conservas para tener durante todo el año, por supuesto esto lo hemos aprendido allá”, cuenta, feliz y llena de una fe que se le nota en los ojos. Granos para el pan y reservas de vino, indispensables.

Y es costumbre en cada casa de Italia preparar a mano la pasta, la salsa de tomate con su aceite y sus sales, y la carne para degustarla en familia, cuenta, con un italiano mezclado con español, la Madre Rafaela.

“De chica yo he experimentado la comida italiana, entonces a los 15 años me fui al monasterio de Italia”, afirma quien durante 32 años fue la Madre Superior en un monasterio de Roma y, luego, llegó a México a buscar vocaciones.

Nació en Frosinone, en la región del Lacio, y en los monasterios aprendió a levantarse a temprana hora para rezar, hacer pan y el largo oficio divino. “De costumbre las mejores cosas que haces es la pasta italiana”, afirma.

Esa tradición llegó a Xico de la mano de quienes habitan el monasterio, entre ellas Sor María Paola, quien asegura que los alimentos que ofrecen cuentan con un sabor original, con ingredientes lo más fieles posible a la receta.

“Me encuentro muy contenta por la madre que lo prepara, siento que el Señor da sus dones a las personas indicadas… es un genio porque prueba y sabe lo que tiene que hacer, todo eso que nos lleva a hacerlo es por el gusto, no solo de tener un ingreso, sino de compartir recetas antiguas”.

En su aprendizaje en los monasterios y la vida diaria de los italianos, aprendieron a compartir esa alegría y gusto por la comida y el toque familiar, siempre glorificado por Dios.

“En esa comida sea por ese gusto y esa paz en nuestros corazones… esa luz, ese calor y esa oración en la que va entrelazado”.

 

*Monasterio de las Benedictinas San Juan Bautista, ubicado en la comunidad de San Marcos, municipio de Xico. Con venta al público en general

Un rincón del Vaticano en Xico

 

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