Jáltipan, entre jaranas y murales

*Un lugar del sur veracruzano donde perdura la magia del son y el sonido de las jaranas que se rascan y resuenan; un pueblo convertido en un museo al aire libre

Pablo Jair Ortega

Jaltipán, Ver.- Al llegar a Jáltipan, en los alrededores del recién inaugurado nuevo Centro de Documentación del Son Jarocho, destacan murales que le dan más magia a este pueblo sureño, entre Acayucan y Cosoleacaque.

Durante años, en las últimas décadas del siglo pasado, podíamos saber de Jáltipan por su industria relacionada a la arena sílica, a la siembra del maíz, al cantautor David Haro, a su gran torta de azufre que se incendiaba, sin falta, todos los años; o a su historia con los hermanos López Arias, Fernando y Pancho.

Ha cambiado mucho en los últimos años, con un bache -imperceptible en la línea de siglos que tiene fundado el pueblo- debido a la creciente presencia del crimen organizado. Imperceptible en la línea del tiempo, pero es una cicatriz reciente.

Jáltipan no perdió su magia. Ahí sigue con el son jarocho bien puesto y el sonido de las jaranas que se rascan y resuenan en cualquier casa. Ya de por sí llegar al nuevo santuario de son jarocho es pasar por calles adornadas como un museo al aire libre.

En las calles Miguel hidalgo y Francisco I. Madero es donde más se percibe el multicolor de las paredes, con frases como “Hasta la raíz”, dedicada a la canción de Natalia Lafourcade, benefactora de Jáltipan… Al centro, un retrato con un homenaje luctuoso a Iris y Mónica, estudiantes de la Escuela Normal Rural “Carmen Serdán” de Teteles, Puebla, fallecidas en una protesta… Firman Stephany Bringas y Javier Higinio.

Destaca mucho  un negrito con machete ensangrentado en una mano y la jarana en la otra, con paliacate que le oculta la mitad del rostro, portando uniforme de estudiante (con todo y mochila al hombro)… Es un semblante revolucionario, dedicado, sin duda, a una juventud rebelde… “Esta obra es ajena a cualquier partido político”, advierten, como para que no vengan a colgarse con colores. Lo firman Juan M. Ruiz y Amairini V.P.

Luz Asturizaga “La Bruja” (conocida artista plástica boliviana) deja también plasmada su obra “La Contradicción”, donde resalta un cojolite.

Quizás el mural más emblemático, el que resume la historia de Jáltipan, el que concentra lo significativo del lugar, es el mural “Luna Negra”, llamado así en honor al rancho donde se realizan seminarios de son jarocho en la comunidad Lomas de Tacamichapan.

Está firmado por Luis R.P. Genea, Gil Torres, Bertha Gutiérrez, Vicky V., Nínive T., Elena J., originarios de Chile y México.

Ahí se plasmaron los instrumentos de madera y hasta la quijada que se usa como percusión, los rasgos olmecas predominantes de la zona, otro cojolite cantando, un maíz junto a unas cañas recién cortadas y un guiño a la Azufrera Panamericana, que fue la industria que por más de 50 años floreció en esta región, hasta su cierre en 1992.

Pasitos más adelante, pasas los muros embelesado, y ahí está el nuevo Centro de Documentación del Son Jarocho; a unos cuantos metros de la plaza principal.

Jáltipan es mágico, sin necesidad de reconocimiento oficial.

 

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