El despertar de la gobernante de Amajac

*Una escultura de piedra de dos metros de largo que representa a una mujer de alto rango prehispánico -desenterrada de cultivos de naranjas y sandía en Álamo-, genera orgullo, sentido de pertenencia y “buen augurio”

Carolina Miranda

Álamo  Ver.- Hace poco más de dos años, surgió -literal- de las entrañas de la tierra, un rostro desconocido hasta ese momento. Ahí, entre sembradíos de naranjas y sandías pasó cientos de años.

Ahora es considerada la “Joven gobernante de Amajac” por los pobladores de Álamo, quienes rescataron, cobijaron y protegieron a la mujer, esa que les genera orgullo, sentido de pertenencia y “buen augurio”, dicen.

Fue en la comunidad de Hidalgo Amajac, en esta región citrícola del norte de Veracruz, donde dos familias campesinas desenterraron una “piedra” que tenía meses obstruyendo el arado. Para su sorpresa, se trataba de una figura de dos metros de largo que, por sus características representa a una mujer de alto rango prehispánico.

La mujer se encuentra de pie, con rostro pequeño y ojos hundidos y boca abierta, que simboliza que era una mujer con poder que daba discursos; porta un tocado alto, un collar al centro con un adorno en forma de gota, un torso ataviado con una camisa de manga larga y una amplia falda hasta los tobillos. Sin duda alguna de posición, linaje y de la élite.

Fue el primero de enero del 2021 cuando César Cabrera Cruz y, su compadre, Alejandro Céspedes encontraron una pieza de grandes dimensiones de roca caliza, que a la distancia se convirtió en el orgullo de un pueblo.

Con tractor y lienzos los hombres de campo empezaron a retirar una enorme piedra en su parcela, al hacerlo descubrieron que no era una simple roca, que era un trabajo humano escultórico.

La figura y rostro de mujer emergió de las raíces de una tierra que fue testigo de la ocupación española. La joven dormida durante más de 500 años se encontraba de espaldas y su estilo es similar a las representaciones de diosas huastecas de la tierra y la fertilidad, pero con una influencia externa, posiblemente náhuatl.

Los expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) determinaron que la escultura de 49 centimetros de ancho y espesor de 25 centrimetros era prehispánica de la época del posclásico tardío.

Desde su descubrimiento se convirtió en una celebridad que formó parte de la exposición “La Grandeza de México” en el Museo Nacional de Antropología. Y ahora se proyecta una réplica seis veces más grande, que podría ser colocada en el emblemático Paseo de la Reforma de la Ciudad de México.

Mientras la vigilan de día y de noche, los pobladores de la pequeña localidad de Hidalgo de Amajac esperan buenas nuevas que traerá consigo la joven gobernante.

Compartir: