Tepoztlán, tierra de criaturas misteriosas

*El Pueblo Mágico de Morelos encierra secretos en sus enigmáticos cerros, donde los pobladores cuentan que fungen como “bases” para la llegada de “objetos voladores no identificados”

Guadalupe Bravo

Tepoztlán, Mor.- Cuando se piensa en Tepoztlán vienen a la mente las calles empedradas, los enormes cerros verdes y las largas caminatas en el vaivén de arterias pavimentadas de este pueblo perteneciente al estado de Morelos en México.

Pero no solo es atrayente por sus fachadas de Pueblo Mágico, pues encierra secretos dentro de sus enigmáticos cerros. Los pobladores cuentan que fungen como “bases” para la llegada de “objetos voladores no identificados”, mejor conocidos como ’ovnis’. Aseguran que se abren portales y cargan energía para continuar su camino.

“Sí se ven, se ven unas luces así muy grandes. Yo vi una luz en aquel cerro (Tepozteco). Cuando fui por mi celular para filmarlo ya no estaba”, comentó una vendedora de artesanías.

Pero no solo estas criaturas se logran avistar por los pobladores entre los enormes montículos de tierra, sino también los duendes. Estas criaturas mitológicas fantásticas tienen una larga historia, por lo que han estado presentes en muchas culturas.

En el caso de México no es la excepción. Se dice que habitan en cavernas de los doce cerros de Tepoztlán: en el de la miel, el del jaguar, el del hombre, el de la luz, el del viento, en donde nace el agua. Así como en el de las muchas veredas, el de la paloma, el del vigilante nocturno, el de una mano, el del tesoro y el de la casa del Tepoztécatl.

Todo este misticismo se combina con las culturas prehispánicas que predominaron en el lugar. De estas aún existen vestigios como el Museo de la Natividad.

El ex convento se ubica a pocos pasos del centro del Pueblo Mágico y fue construido por los indígenas zapotecos bajo la orden de los frailes dominicos, dedicado a la Virgen de la Natividad.

La fachada posee ángeles y querubines y aún conserva el estilo austero con el que brinda una paz inigualable y a la vez, una sensación de sentirse observado a cada paso.

Esto debido a que dentro del lugar están plasmadas pinturas de extraños “reyes con cola de pez” entre otras figuras no identificadas.

Probablemente porque los indígenas adornaban las paredes con diseños que copiaban de libros, aunque aún se desconoce el origen de estos. Así como flores y figuras geométricas perfectamente trazadas.

Aunado a ello, el atrio sirvió como camposanto, aunque actualmente solo es una área de esparcimiento para los visitantes que se animan a adentrarse a este claustro.

Esta joya sencilla de la arquitectura fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1994 y es uno de los atractivos turísticos más visitados, no solo por su historia, sino también porque se encuentra muy cerca del Mercado Artesanal de Tepoztlán, donde las “gorditas” de maíz suelen ir rellenas de chicharrón prensado con queso encima diferencia de otros estados del país.

Otro de los tesoros que son posibles de encontrar en las calles del pueblo, son los hombres que realizan la Danza de los Chinelos, la cual representa la lucha de los indígenas con los españoles.

Esta tradición náhuatl predomina en los pueblos novohispanos, donde el ‘Chinelo’ se viste de forma que ridiculice al español, como una manera de vengarse de la colonización.

Así es como Tepoztlán conserva sus tradiciones a pesar de la proliferación de las “licuachelas” y los antros con vista al cerro Tepozteco, del cual en la noche parpadean luces que no son propias de la fiesta que arman pobladores y turistas.

 

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