El Faro que danza con Lobos

*En la zona costera del norte de Veracruz, en medio de la Isla de Los Lobos, un antiguo faro luce una belleza espectacular, como la de los coloridos arrecifes que le rodean

Óscar Sánchez

Tamiahua, Ver.- Desde las alturas de la espectacular estructura que ilumina el ancho mar, se alcanzan a vislumbrar los multicolores peces que nadan entre los arrecifes.

A 30 metros de altura, en la torre de mampostería, se divisa la blanca arena que rodea una isla  formada por un conjunto de arrecifes declarados Área Natural Protegida gracias a la riqueza de su ecosistema marino.

El intenso verde de las palmeras y árboles, contrasta con la desgastada blancura y los vivos en color azul del Faro de la Isla de Los Lobos, un vestigio de 83 años de existencia, símbolo de antiguos hombres del mar.

Portentoso, resiste estoicamente el paso del tiempo. El  antiguo guía de los hombres de la mar, símbolo de tierra firme y de un lugar seguro, se convirtió en el centinela de Tamiahua, un poblado cuya historia se  remonta a épocas prehispánicas, capital del imperio huasteco en el siglo XII en el  norte del  Golfo de México  .

Fue en abril de 1895 -según “Faros de México, los guías de altamar”, una obra editada por el gobierno mexicano (2015)- cuando el presidente Porfirio Díaz ordenó la construcción de una luz provisional universal en Isla de Lobos.

Sin  embargo -cuenta su historia-  el  tiempo mostraría que la Isla de Lobos era un  magnífico lugar para un faro y en lugar de ser provisional, la torre cilíndrica de hierro y 15 metros de altura, fue sustituida por el actual faro de mampostería, edificado en 1939. Y junto se adaptó un embarcadero y una casa habitación para uso del guardafaro.

Los documentos históricos, retomados por “Faros de México…”, recuerdan que el primer  guardafaro  de  la  antigua  construcción fue José Rosignof y el  primero de la nueva Jacobo Guzmán Barrientos “Piporro” y su ayudante su misma esposa, la señora  Isabel.

 

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