Lacho, el princeso del pueblo

*”El Cucaracho”, un payaso que arranca una sonrisa hasta al corazón más amargo, es un princeso del pueblo, es el comediante venido de la zona norte del puerto de Veracruz, un lugar de colonias populosas y obreros trabajadores

Ángel Cortés Romero

Veracruz, Ver.- Las miradas de miles de jarochos reunidos en la Macroplaza del Paseo del Malecón de Veracruz se clavan sobre las lentejuelas doradas que adornan el traje color rosa de un plebeyo que eclipsa a la noche más reluciente.

El maquillaje dibuja como nunca una sonrisa cargada de franqueza en el rostro del hombre que baila al ritmo del merengue mientras la pasión carnestolenda se apodera de todo un puerto que despide la carne en una fecha inusual.

La vestimenta del payaso urbano – playera, chaleco, pantalón, zapatotes y sombrero – cambia esta vez por un atuendo elegante – un traje completamente rosa con detalles y lentejuelas doradas y azules y en la cabeza una corona de princeso.

El espectáculo de comedia en medio del estrecho pasillo de un camión en donde los cuerpos van casi unos sobre otros y las risas navegan entre los pocos espacios que quedan cambia esta noche por el escenario más deseado: el Carnaval de Veracruz.

A la mente de Gelacio Solís Flores “Lacho El Cucaracho” vienen 13 años de trayectoria como payaso comediante en Veracruz, un puerto que cada jornada atestigua su mayor hazaña en las rutas urbanas: arrancarle una sonrisa hasta al corazón más amargo.

El sabor bullanguero y jocoso de la fiesta carnestolenda tiene su mejor estampa en el hombre de El Campanario, “Lacho El Cucaracho”, un princeso del pueblo, el payaso comediante venido de la zona norte de Veracruz.

La mente de Gelacio Solís Flores es una película en retrospectiva arriba del escenario, en donde el primer recuerdo posible es la escena de un par de payasos que contaban dinero en la parada de un camión cuando a él le faltaba.

Lacho vibra al son de la música en medio del escenario mientras la escena corre… Un par de payasos urbanos cuenta un puñado de monedas que suman 70 pesos, se los reparten frente a sus ojos abiertos por la sorpresa.

El segundo recuerdo que le viene a la mente frente a la multitud reunida en medio del agua salada es una fecha, el 29 de junio de 2015, cuando para entonces ya tenía seis años de carrera como payaso comediante.

A partir de aquella fecha se volvió uno con los choferes y pasajeros de las rutas del transporte público, en donde con su payaso – ahora urbano – hizo de la cotidianidad de Veracruz una rutina de comedia imperdible.

Con la corona sobre su cabeza, el sueño está cumplido para el hombre que aun cuando es miembro de la corte real carnestolenda continúa arrancando sonrisas mientras los urbanos corren de prisa por Veracruz.

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