El idílico mundo del Pirata Lorencillo

*En Boca del Río un museo rememora uno de los pasajes de la historia del puerto de Veracruz más emblemáticos, el ataque del temido corsario; en base a leyendas urbanas fue convertido en una especie de héroe.

Anselmo Betancourt

Boca del Río, Ver.- Como en el cine, el pueblo veracruzano creó una imagen de un pirata recio, valiente y hasta con cierto honor.

En las marquesinas de restaurantes y en la boca del pueblo, aparece el nombre del Pirata Lorencillo, un temido corsario que invadió el puerto de Veracruz y que con el paso del tiempo fue convertido, en base a leyendas urbanas, en una especie de héroe.

Ya la literatura había legado joyas como La isla del tesoro de Stevenson aunque si bien no se romantizaba la imagen del pirata, sí la idea de un filibustero como un hombre con las aventuras marítimas y terrestres a cuestas.

Sin embargo, la historia pirata es otra. Los puertos amurallados de Europa o de América no fueron fortificaciones azarosas; se crearon para defenderse, precisamente, de los piratas. Campeche, Cartagena, San Juan de Puerto Rico o el Puerto de Veracruz fueron ciudades amuralladas justamente para librarse de las constantes tropelías de los filibusteros.

Si bien las tres primeras ciudades preservan hasta la fecha sus murallas -en algunos casos en su totalidad- la del Puerto de Veracruz empezó a ser destruida durante el porfiriato para dar vía a la industria ferroviaria.

La muralla de Veracruz se empezó a construir en 1683 y se terminó completamente hasta 1790. Hay registros en donde se dice que medía tres metros de alto por uno de ancho. Constaba con nueve baluartes, de los que sólo queda el de Santiago. El dato que queremos recordar aquí es que fue construida para librarse de los ataques piratas.

De entre los filibusteros tristemente recordados destaca Laurent de Graff, un pirata holandés mejor conocido como El Pirata Lorencillo, por su tamaño pequeño, sin que eso menguara su crueldad y barbarie.

Un 17 de mayo de 1683 llegaron a costas de Veracruz más de quince barcos de diferentes tamaños, yendo al frente dos navíos españoles que ya habían sido previamente capturados por los piratas y que sirvieron de distracción al puerto.

A bordo iban más de mil trescientos piratas en busca de su botín. En una estrategia muy bien planeada, primero atacaron y sometieron a los baluartes, luego a doblegar a las fuerzas armadas de las guarniciones y, finalmente, a controlar a la ciudadanía. En la iglesia recluyeron a las mujeres y niños y la rodearon de barriles de pólvora amenazando con hacer volar la iglesia si no entregan todo el oro y el botín que esperaban. Naturalmente hubo muertos y un sinnúmero de mujeres ultrajadas.

Laurens Cornelis Boudewjin de Graaf o Laurent de Graff fue quien encabezó este ataque. Provocando con él que ese mismo año se iniciara la construcción de la muralla. Veracruz fue solo uno de sus múltiples ataques a nuestro país. Fueron lamentablemente célebres sus ataques a Yucatán, Campeche y Tabasco.

El cine ha idealizado la imagen del pirata. Actualmente es una figura legendaria y casi heroica, por eso El Museo del Pirata dentro de la Casa de Cultura de Boca del Río recrea en diversas salas el mundo de la piratería.

Cuenta con vestimenta de época, tanto de los piratas como de los ciudadanos y nobles. Tiene en su acervo más de cincuenta réplicas de armas usadas durante los asaltos, un sinnúmero de banderas piratas, mapas facsimilares de la época y modelos a escala de los barcos piratas. Un set temático de más de 12 metros en el que se recrea el interior de un navío pirata.

Baúles, fusiles, arcabuces y espadas recrean a la perfección el entorno pirata. Una galería de arte y seis picspots terminan de conformar un museo único que está en el corazón de Boca del Río y gracias al cual podemos recorrer una parte muy importante del pasado de nuestro estado.

El mundo pirata pasó de ser un mundo cruel a uno idílico, sea como sea, es parte de nuestra historia y es necesario conocerla.

 

 

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