El pocito, fascinación natural

*En la colonia Los Carriles de Coatepec, el agua brota de las entrañas de la tierra

Arantxa Arcos

Coatepec, Ver.- La amplia sombra de un frondoso haya da cobijo a todo aquel poblador o turista que desea probar un sorbo de agua natural que brota en la colonia Los Carriles de Coatepec.

Los pobladores lo conocen, respetan y protegen de contaminación. Aprovechan este recurso natural y piden a todos aquellos que lo visiten, a cuidarlo; no tirando basura, ni contaminar el agua de consumo humano, sin necesidad de hervirla.

Sin estar embotellada ni resguardada en un refrigerador, su temperatura refresca desde el contacto en los dedos hasta los labios y boca cuando la ingieren.

De preferencia, los consumidores llevan una botella o garrafón de 20 litros de capacidad, mismo que reposa no más de dos minutos y su contenido ya fue cubierto por agua pura.

Vecinos de la zona son los consumidores y cuidadores del sitio, ubicado a dos cuadras del sitio donde cada 30 de septiembre bendicen los arcos florales en honor a San Jerónimo y a cuatro cuadras del Cerro de Las Culebras.

Aldeanos recuerdan que antes de la caja de concreto que evita el contacto directo con el calzado de los visitantes, barro y lodo lo cubrían, llegando a ensuciar las botellas o manos que tocaban el agua de manantial.

Una cruz que cada 3 de mayo recibe flores y algunas detonaciones de pirotecnia, lo vigilan día y noche, entre cantos de aves y deambular de ardillas o ratones de campo.

La tranquilidad del sitio transporta a la profundidad del bosque de niebla, la orilla del rio La Marina o El Trianón donde pocas viviendas y pavimentación lo rodean, pero aquí, la civilización de casas, cables de energía eléctrica o servicios de paga lo merodean sin alterar su naturaleza.

Turistas de Alemania, España o Estados Unidos, son los más fascinados con su conservación, ya que al asistir a convenciones o retiros espirituales en el Ashram de Coatepec, a dos cuadras, los conforta de agua de manantial sin pagar altos costos como lo hacen en sus países de origen.

En los ocho días o hasta meses de su estancia en el municipio de Coatepec, en alguna habitación del Ashram, aprovechan para descansar bajo la sombra del frondoso haya, uno de los pocos que se mantienen con vida en la región.

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