Córdoba: historia, café y tierra mojada

*Una ciudad con un pasado que construyó una nación libre y soberana, con olor a café y tierra mojada; con un fuerte vínculo al puerto de Veracruz

Óscar Sánchez

Córdoba, Ver.- Un pasado indígena construyó sus cimientos, la sangre europea fortaleció sus raíces, las rebeliones de los bastiones del negro Yanga le dieron carácter y la confrontación contra la Corona española consolidó a una ciudad llamada Córdoba, la de los 30 Caballeros.

En las entrañas de la zona montañosa de Veracruz, en la época prehispánica una provincia tributaria mexica de Cuauhtochco, luego una ciudad con un pretérito que acabó construyendo una nación libre y soberana.

Recorrer sus típicos portales es impregnarse del exquisito olor a café y sus nueve manzanas de edificios antiguos remiten a historia, a una Córdoba con ADN español, con sus fiestas y sus sabores ibéricos.

El aroma a tierra mojada de los cerros y montañas que le rodean y el dulce olor de los ingenios se percibe en el ambiente, pero también su vínculo con el puerto de Veracruz que se refleja en su gastronomía con sabor a mar.

Una ciudad que al caminarla se convierte en una chula provincia, un satélite de Veracruz, con su poderosa colonia de descendientes españoles, vestigios de una época cuando el rey de España Fernando III autorizó la fundación de Córdoba a petición de Don Juan Cristóbal de Miranda, Don García de Arévalo, Don Andrés Núñez de Illescas y Don Diego Rodríguez.

Asediados por los huestes del negro Yanga, un supuesto príncipe africano, el Marqués de Guadalcázar, Diego Fernández de Córdoba, Virrey de la Colonia debió fundar Córdoba en 1618 a la orilla del río San Antonio y en las Lomas de Huilango.

Los 30 jefes de familia que fundaron la ciudad en las estribaciones del Citlaltépetl  y le dieron la histórica denominación de “La Ciudad de los 30 Caballeros”.

Y luego edificó su propia historia de resistencia, como cuando durante la guerra de Independencia en 1821, los cordobeses hicieron resistencia a las fuerzas realistas del coronel Manuel Hevía en defensa del Plan de Iguala y del Ejército Trigarante.

Un 24 de agosto de 1821, se reunieron en la población Agustín de Iturbide, Jefe del Ejército Trigarante y Juan O’Donojú, último Virrey de la Nueva España para firmar los tratados de Córdoba, mediante los cuales se reconocía la independencia del país y se daba fin a la guerra.

A la distancia un bello Palacio Municipal, una construcción de arquitectura neoclásica con un estilo toscano florentino con influencia francesa, un edificio que data de la época porfirista.

Sólo una joya de muchas, como su Plaza de Armas o Plaza Principal en el Parque 21 de Mayo, el Ex Casino Español, la Iglesia de la Inmaculada concepción, el Colegio Preparatorio y la Capilla de Santa Rosa.

Qué decir del Exconvento de San Antonio, el Museo de la Ciudad y la Casa de los Condes de Ceballos, donde se firmaron los Tratados de Córdoba.

 

 

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