Los alebrijes de Gladys Mondragón

El papel, harina, alambres y pinturas acaban en seres fantásticos

Por Óscar Sánchez

Xalapa, Veracruz. -En las entrañas de una colorida vecindad, construida en el siglo XVIII, surgen figuras coloridas, con formas tan diversas como alebrijes, máscaras, espejos y calaveras.

Las 25 viviendas que forman un círculo para arropar antiguos lavaderos, son mudos testigos del nacimiento de duendes, hadas y sirenas que son moldeadas por dos manos de mujer. El papel, harina, alambres y pinturas acaban en seres fantásticos.

“El arte es la conexión con el espíritu, cuando uno está trabajando el arte es una conexión directa con el aquí y ahora”, describe Gladys Mondragón desde el corazón del Patio Muñoz, ese viejo mesón que acogía a los viajeros en ruta de la Ciudad de México hacia el puerto de Veracruz.

El arte de papel maché, la técnica artesanal originaria de la China, India y Persia, lo heredó del pintor, escultor e ilustrador Luis Castillo Rechy, un hombre muy querido y amado en la ciudad de Xalapa, la capital cultural de Veracruz.

En el mismo espacio donde Rechy vivió, Gladys aprendió durante cinco años a  moldear viejo papel hasta convertirlo en imponentes figuras.

“Empecé a aprender y me pasé cinco años y al final de los días del maestro ya me dejaba dar clases con niños”, rememora la mujer que lleva viviendo 35 años en la vecindad del Centro Histórico de Xalapa.

Parafrasea constantemente al promotor cultural Rechy y recuerda que alguna vez le comentó que los seres humanos dejaron de aprender a dibujar porque dejaron de aprender a ver. “Entonces, me dijo, aprende otra vez a ver y aprenderás otra vez a dibujar”, afirma la menudita mujer.  Ahí entendió que el arte es algo que tiene el alma.

Las figuras de papel maché de Galdys han sido expuestas lo mismo en el Centro Recreativo de Xalapa, la Galería Carlos Fuentes, la Prepa Juárez y hasta la Unidad de Servicios Bibliotecarios de la Universidad Veracruzana.

“Cuando uno crea no está pensando qué va a comer mañana ni está pensando qué pasó ayer, es una revelación del alma”, insiste en un modesto taller que convirtió en su hogar o viceversa, su hogar que convirtió en su modesto taller.

El primer  trabajo que decidió presumir – tras años de aprendizaje y de crear pequeñas figuras- fue un sol con amarillos desbordantes que recibió el visto bueno de Rechy.

“Me sentí como una niña, con una seguridad… en ese momento adquirí la seguridad, aprendí que cuando hay alguien que te guía y lo haces, te salen cosas extraordinarias”, afirma

Con el tiempo, los alebrijes, máscaras, espejos, calaveras, duendes, hadas y sirenas le han enseñado que es necesaria la paciencia, calma y dedicación para mostrar a las personas lo bello que es el arte.

Foto: Identidad Veracruz
Foto: Identidad Veracruz
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