Parapente, al extremo en Veracruz

Volar por las montañas veracruzanas, el Pico de Orizaba la más alta del país

Por Miguel Ángel Contreras Mauss

Córdoba, Veracruz. -El aire acaricia el rostro del hombre que vuela lentamente, como si fuera una ave surcando los cielos en medio de verdes montañas. El parapente serpentea por los ríos de aire donde navega con total seguridad.

A 400 metros de altura,  sobre el cerro de Las Antenas un paisaje sin igual, desde lo alto una vista maravillosa del Volcán Pico de Orizaba, el más alto de México y una basta extensión de la región montañosa central de Veracruz: Sierra de Zongolica, los valles de El Naranjal, Villa Unión, Córdoba, Ixtaczoquitlán y Orizaba.

“Mi primer vuelo fue a los 8 años, ahí me enamoré, pero necesité crecer para poder dedicarme de lleno a este deporte”, asegura el piloto Ricardo Ávila Lara, con cinco años de experiencia de vuelo libre.

Desde el cerro del Chicahuaxtla o Cerro de las Antenas, ubicado en el municipio de Fortín de las Flores, -considerado el segundo sitio más importante para practicar el parapentismo-, recuerda con alegría su primera experiencia con este deporte extremo.

El surcar los cielos, sentirse junto a los pájaros, lo llevó a los 13 años a saltar por sí sólo. Y desde entonces Ávila Lara jamás ha dejado de  saltar una  y otra vez. “Ya gané un concurso en donde competían otros pilotos experimentados de varios países”, señala.

El deporte cuyos orígenes surgieron en Francia cuando grupos de escaladores utilizaban un tipo de paracaídas para no tener que bajar de las montañas, hoy toma auge en esta región veracruzana.

En la actualidad, el diseño y construcción de los parapentes va de la mano con el avance de la tecnología, ya que hoy en día con el uso de computadoras se estudian los materiales más convenientes para la elaboración de parapentes.

Previo al salto, Ricardo da recomendaciones de cómo ayudarlo a despegar, espera una “racha” de viento que los impulsará a surcar los cielos. Acompañado por un turista, corren y comienza el despegue.

El  miedo se apodera del inexperto, sobre todo al mirar al fondo de los cañones, pero los nervios se tranquilizan al observar la belleza del paisaje.  La edad para volar no tiene límites, lo han hecho niños desde dos años hasta personas de 90 años.

“Es una muy bonita experiencia y debería ser casi de manera obligatoria vivirla, los seres humanos no nacimos para volar, pero gracias a la tecnología ya lo podemos hacer. Es vivir la aventura, invitamos a todos a venir y disfrutar la experiencia”, señala.

El grupo de hombres y mujeres pilotos practica este deporte todos los días, y en especial los fines de semana.

Foto: Especial

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