Erik, hombre pájaro que se transforma en pez 

Por Edgar Avila Pérez
Veracruz, Ver.-En el antiguo malecón del puerto de Veracruz, un hombre de piel morena se convierte – en un par de segundos-, en dos animales que se mimetizan con el viento y el mar.
Como si se tratara de un ser mitológico, Eric Flores se adentra en su mente y, primero, se convierte en un ave que surca los vientos que golpean el malecón costero.
A los pocos segundos, transformado en un pez se lanza en picada hacia las aguas del Golfo de México y se sumerge en la oscuridad de las profundidades de la mar, donde siempre extrae tesoros que alimentan a su familia.
Foto: Identidad Veracruz
“Es como volar como un pájaro y abajo como un pez… Soy las dos cosas”, dice esta especie de náhual mexicano de 50 años de edad que a lo largo de los años se ha convertido en una típica estampa del Veracruz antiguo y moderno que hoy es.
Enfundado en un short largo, con su piel tostada por los rayos del sol que son implacables y con una sonrisa pícara, Erik tiene de oficio ser un “sacamonedas”, un profesional que se lanza a las frías aguas para recuperar dinero que avientan los turistas.
Durante más de veinte años, cada vez que la siembra rústica tenía altibajos y escaseaba el trabajo de albañilería y carpintería, convertía el malecón en su fuente de ingresos.
Con el paso del tiempo se enamoró del ruido de los buques atracando, de los gritos de vendedores de relojes y perfumes, del volovanero replicando una y otra vez los rellenos, de las vocecillas de los niños, las risas nerviosas de jóvenes enamorados y el graznido de  las gaviotas.
Foto: Identidad Veracruz
“Es como un deporte, la natación es un ejercicio… Siento bonito y una alegría”, describe mientras se impulsa en la orilla del atracadero y sale – literal- volando por los aires con una imagen de un buque carguero en el fondo.
“Pienso en la familia”, recrea el momento. Solo son segundos los que permanece sostenido por el viento, pero  a la distancia parece una eternidad con su figura firme y recta previo a entrar en picada a las aguas.
El espejo de agua se rompe en mil pedazo, un surco de líquido se abre alrededor del cuerpo del costeño que se va transformando en el pez que recorre el lecho marino, con todo y sus estrellas de mar, conchas y basura humana.
“Cosas buenas pienso, encontrar un pez, pescarlos o encontrar una moneda…”, agrega y los bellos de su piel se erizan, como transformándose en escamas que le protegen.
Sabe que, junto con muchos sacamonedas, son una tradición en el puerto de Veracruz, el primer Ayuntamiento de América
y la puerta de entrada de Hernán Cortés que fundó la Nueva España.
Foto: Identidad Veracruz
Se zambulle y se pierde en el fondo. Sólo se ven unas pocas burbujas y el corazón de los visitantes se estruja de sólo pensar que nunca más salga a flote, de pensar en que se haya convertido finalmente en ese pez que tanto ama convertirse en su mente.
Sin embargo, surge con una sonrisa enorme y con dos monedas de cinco varos en cada una de sus manos. Las lleva a su boca como si fueran medallas olímpicas por un triunfo más de lograr encontrarlas en el lecho marino y llevarlas como su trofeo que alimentará a los suyos.
“Es una tradición y como ahorita que no hay nada van saliendo unos 50 o cien varios”, afirma.
Es un artista, un deportista y un hombre del viento y del mar. No se ve de otra forma que siendo lo que es, un sacamonedas al lado de sus aliados.
“El mar es vida. Te da de comer, pescando o nadando es vida”, dice y se pierde entre los buques.
Foto: Identidad Veracruz
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