La Asunción, centinela de Papantla

*La Iglesia comenzó a construirse en el año de 1570 y durante los últimos 452 años ha sido ampliada, rehabilitada, tomada por tropas imperialistas y hasta bombardeada por los revolucionarios

Édgar Escamilla

Papantla, Ver.- El percutir del tambor llama la atención hacia lo alto del mástil de metal sobre el que se encontraban seis hombres vestidos de aquel traje rojo y blanco con detalles multicolor.

Parecían estar a la misma altura que aquella enorme torre de la Catedral de La Asunción, un edificio colonial de estilo franciscano que ha acompañado la evolución de Papantla desde el siglo XVI.

Muchos aún recuerdan cuando siendo niños caminaban aquellas escalinatas para subir hasta la iglesia, que parecían interminables. Apenas una década antes, el maestro Teodoro Cano había concluido su célebre obra: el Mural a la Cultura Totonaca.

Sobre aquel callejón 16 de Septiembre, cuentan los abuelos que se solían colocar sobre petates las vainilla para su beneficio, lo que le valió finalmente su tradicional mote a Papantla, “la ciudad que perfuma al mundo”, por aquel dulce olor que emanaba de sus calles empedradas.

Testigo de esto ha sido la iglesia de La Asunción, que comenzó a construirse en el año de 1570, siendo concluida 20 años después, pero con un aspecto muy diferente al que conocemos actualmente.

Fue edificada por los frailes franciscanos sobre una ladera en lo que en aquel tiempo se conocía como Santa María de Papantla, un cantón de indígenas totonacos.

No fue sino hasta 1646, cuando apareció en la playa de Tecolutla una estatuilla que se identificó como Nuestra Señora de la Asunción, y tenía como destino el pueblo de Santa María de Papantla, del cual se convirtió en su patrona hasta la fecha.

Un siglo después, en 1787, fue instalada la primera campana de la iglesia, pero en lo alto de un cerro, donde actualmente se encuentra el monumento al Volador. Dos años después, con el dinero de los diezmos, fue adquirida una segunda; pero hasta esa fecha continuaba sin torres, apenas con techo de tejamanil.

Desde el cerro del campanario se aprecia una insuperable vista panorámica de Papantla, custodiada por aquel gigante Volador de concreto.

No fue sino hasta 1875 cuando el ingeniero español Agapito Fontecilla Agustina con la ayuda del albañil Camilo Martínez, comenzaron la construcción de la torre, con una altura de 30 metros. La obra tuvo una duración de 4 años, tiempo tras el cual las campanas fueron traídas desde el cerro para ocupar su espacio.

En 1886, las tropas del emperador Maximiliano llegaron a Papantla, tomando la iglesia para utilizarla como cuartel, pero para octubre de ese mismo año sería liberada. Tras la nacionalización de los bienes eclesiásticos, la parroquia pasó a formar parte de los bienes de la nación.

Nueve años después, en 1895, fue adquirida la maquinaria del reloj, de origen francés; obteniendo ya los detalles que conserva hasta la fecha. Cabe resaltar que los recursos fueron obtenidos de las multas que cobraban las autoridades por las violaciones al reglamento de policía.

Durante la Revolución sufrió daños en su estructura, cuando en un intento por tomar la plaza de Papantla, parte de la torre fue destruida de un cañonazo.

Allá por 1923, ya en el México postrevolucionario, la iglesia adquirió la categoría de catedral y se conformó el obispado de Papantla, con el obispo orizabeño Nicolás Corona y Corona al frente.

Es imposible pasar por alto la trascendencia de esta iglesia en la vida de la mayoría de los papantecos, muchos de los cuales han quedado prendidamente enamorados en los andadores del parque Israel C. Telléz que se encuentra a los pies del mural.

La iglesia de La Asunción ha estado presenta casi desde la fundación de Santa María de Papantla. Durante los últimos 452 años ha sido ampliada, rehabilitada, tomada por las tropas imperialistas y hasta bombardeada por los revolucionarios, pero continúa firme, recibiendo a sus fieles y visitantes curiosos que admiran su belleza arquitectónica.

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