El parque Xanath, reservorio para la vainilla silvestre

Édgar Escamilla

Papantla, Ver.- Entre tierras de cultivo y reservorios de selva tropical, se erige el parque ecológico Xanath, un espacio en el que además del ecoturismo, se protege el cultivo ancestral de la vainilla, casi en su forma silvestre, a fin de mantener el legado del pueblo totonaca.

A escasos metros de la ciudad de Papantla, antes de la pandemia, era común la visita de turistas extranjeros, quienes atraídos por la vainilla, aprovechaban para realizar actividades de senderismo y conocer más de cerca la gastronomía regional.

Se trata de una vivienda del tipo vernácula, con un amplio corredor y techo de teja. A un costado se encuentra una galera que es utilizada como cocina y comedor. Para hacerla sustentable, el agua es extraída de un pozo y la energía eléctrica que se consume es producida con paneles solares.

Pero más allá de la construcción, llama la atención el pequeño espacio dedicado al cultivo de la vainilla, no con fines comerciales, sino que de ahí se extraen los esquejes que servirán para repoblar el predio con la orquídea y dejar que crezca de una manera natural.

El propietario del parque, José Luis Hernández, cuenta con especial énfasis cómo la casa que se encuentra en una de las lomas la construyó con sus propias manos, pero no solo eso, se dio el tiempo de sembrar algunos de los árboles que ahora sirven como postes.

La intensión de la reserva natural es conservar la flora y la fauna de la región del Totonacapan, en especial la vainilla, y regresarla casi a su forma silvestre.

Cuenta que antes del auge de la comercialización en el mercado europeo, la vainilla se producía en el campo y eran los insectos quienes se encargaban de su polinización, en especial, la abeja melipona.

Con su exportación, los europeos modificaron la manera en que se polinizaba el aromático para aumentar su producción, implantando la técnica que se utiliza habitualmente en nuestros días.

En su estado natural, la orquídea tarda hasta tres años en comenzar a florear, pero su esperanza de vida es mucho mayor a la planta que se cultiva en los viveros o bajo malla sombra, la cual se debe replantar cada siete años, máximo.

El lugar es frecuentado también por observadores de la fauna silvestre, especialmente por quienes buscan fotografiar aves, cuyos trinos se escuchan a cada instante por todos lados.

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