El adiós de Lanfranco

En una entrevista reveladora e íntima, el director brasileño cuenta que en cuatro meses se despide de la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX) y habla de su relevo

Por Anahí Medina

Xalapa, Ver.-Durante más de siete años, ha guiado con sus manos el ritmo, la dinámica y sonido de 17 diferentes instrumentos que hombres y mujeres tocan con virtuosismo en el escenario de la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX), la más antigua del país.

Con pasión y dinamismo, Lanfranco Marcelletti ha dirigido como director titular de la OSX innumerables piezas, desde las clásicas de Beethoven, Bach y Wagner hasta la música de películas taquilleras y tradicional de México. En cada concierto, interactúa con su público, plática y deja un poco de si.

Cuando llega a la sala principal, toma su lugar al centro, los músicos se instalan rápidamente. Se hace un silencio que sólo es interrumpido en el momento en que Lanfranco agita sus brazos; en la mano diestra lleva la batuta que se desplaza de izquierda a derecha.

Su atención se centra tanto en los músicos como en las hojas que tiene enfrente, con un movimiento casi imperceptible cambia de hoja con la mano izquierda, mientras la derecha sigue guiando a los músicos.

“Yo me voy este año, hay una regla dentro de la orquesta donde la orquesta vota el director cada cuatro años, pero no puede pasar más de ocho”, explica el director y pianista brasileño.

La celebración por el 90 aniversario de la Orquesta Sinfónica de Xalapa de la Universidad Veracruzana será también la despedida de Lanfranco.

“El nuevo director ya está elegido y decidido. Es un francés, se llama Martin Lebel y yo pienso que será una emoción muy grande”, adelanta.

Marcelletti recuerda cuando llegó a Veracruz por primera vez en sexto mes de 2006. En aquella época, cada mes de junio, se realizaba en la ciudad de Xalapa un festival llamado “Junio Musical”, el cual era dedicado a un país o a un título en especial.  Y Brasil, su nación, era la invitada de honor.

El director invitado canceló a última hora y fue así que el  titular de la Orquesta Sinfónica de Xalapa en ese entonces, Carlos Miguel Prieto, contactó a un empresario de artistas en Estados Unidos.

“Ese empresario me conocía y me dijo que había una oportunidad en México y que estaban buscando a un director brasileño y le dije: yo sí voy”, narra.

Luego de algunas otras participaciones en México, en 2012 se incorpora a la OSX como director titular. Ayer como hoy repite la sensación de nerviosismo y  excitación al entrar al escenario.

“En el primer concierto sentí mucha responsabilidad y mucho miedo”, confiesa entre risas.

Su pasión por la música lo ha llevado a países como Argentina, Bélgica, Chile, Estados Unidos, Inglaterra, Italia, Polonia, Rusia, Brasil y México, sin embargo, la Orquesta Sinfónica de Xalapa es su casa y su familia.

Foto: Anahí Medina

Un director que “llegó tarde a la música”

“Todo comenzó un sábado por la mañana, tenía siete años y encontré una caja de la revista Reader’s Digest. Encontré dentro un disco de música de orquesta clásica y me enamoré”, rememora Lanfranco Marcelletti.

Luego de ese primer encuentro no dejó de escuchar ese disco, días después su padre se dio cuenta y comenzó a comprarle más discos de música clásica.  “Para los 12 años ya había escuchado todas las sinfonías de Brahms y las sinfonías de Beethoven, hacía todo con ese tipo de música”, relata.

Proveniente de una familia de pasteleros, éstos no estaban muy de acuerdo en que su hijo estuviera tan interesado en la música, sin embargo luego de la insistencia de éste, lo apoyaron para que tomara clases de piano.

Lanfranco dice que llegó tarde a la música, ya que empezó a tener clases a los 12 años, pero agarró por primera vez un instrumento a los 14 años.

En un inicio quería ser pianista, no había pensado en ser director. Sus mayores influencias para querer estudiar piano fueron los compositores Bach y Chopin.

Sin embargo cuando tenía 25 años tuvo una etapa en la que desistió de la música, hasta que años después en 1990 mientras trabajaba en televisión, comenzó a tomar clases de dirección de orquesta. Posteriormente en 1991 comenzó a trabajar como director asistente de la Orquesta Sinfónica de Recife.

En su camerino, donde hay un piano (el instrumento con el que empezó en la música), cuenta su admiración por Bach, su amor por la cocina y su hobbie por la lectura de biografías.

Mientras observa su reloj y el correr de las manecillas, Lanfraco le dice a las nuevas generaciones de músicos que deben de tener mucho amor, ya que se trata de una vocación, no de una profesión.

“Hice bastantes sacrificios por la música, pero no sonaban como sacrificios, sonaban como el camino necesario para ser. Y sí, la música es mi vida”, confiesa.

En la Sala Tlaqná, el hogar de la Orquesta Sinfónica de Xalapa la música inunda el espacio, hay momentos en los que toma asiento en el banco que está en su lugar, se para y se acerca a los músicos para hacer las observaciones pertinentes, éstos hacen las anotaciones en sus partituras. Lanfranco vuelve a pararse y mientras su mano derecha se mueve con gracia, la izquierda señala sutilmente al músico para que haga su entrada a tiempo. Por momentos comparten risas, resuelven sus inquietudes y después la música vuelve a sonar.

La expresión de Lanfranco cambia conforme avanza la melodía, levanta las cejas, entrecierra los ojos y pareciera que está absorto en la música. Detrás de los lentes que lleva puesto aún se nota en su mirada esa emoción y curiosidad de un niño de 7 años.

 

Foto: Anahí Medina
Foto: Anahí Medina
Foto: Anahí Medina
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