Nicolás Ventura, el arpista que regala amor

Oscar Sánchez

Alvarado, Veracruz.- En la zona costera de Veracruz, en un pueblo llamado Buena Vista, las notas de un arpa surgen por los aires gracias a las manos de uno de los mejores arpista de son jarocho, un virtuoso de su instrumento y el mejor representante de ese estilo musical.

Sobre la carretera federal que atraviesa el municipio de Alvarado, una de las regiones más veracruzanas, la voz de Nicolás Ventura Martínez “El Artista”, convertida en décimas,  acompaña las notas musicales:

Ser jarocho es mi orgullo

nacido a nivel del mar

por eso le sé trovar

al mar bravío  con su arrullo

y a la luna en su capullo

de mi origen no reprocho

aunque ande de calzón mocho

y las patas en el suelo

yo tengo de consuelo

el haber nacido jarocho.

Como su apellido Ventura, la vida de este virtuoso de la música es una aventura: desde Buena Vista, cual típica estampa pueblerina del Golfo de México, sus notas se han escuchado lo mismo en el Palacio de Bellas Artes  que en Estados Unidos (en ciudades como Washington, Nueva York y Miami), Francia, Alemania e Italia.

Foto: Especial

“Me siento pleno, bendecido por el Señor, a la vida le pido que me de salud y garganta para seguir cantando y realmente no le pido más”, afirma desde los márgenes del río Papaloapan, conocido como el río de Las Mariposas.

Ataviado con la tradicional guayabera blanca, pantalón blanco  y su sombrero de cuatro pedradas y paliacate, los pasos de Nicolás Ventura han recorrido los escenarios más importantes de México, pero también escenarios televisivos, como  en la telenovela Corazón Salvaje, en la versión de Eduardo Yáñez y Aracely Arámbula, y la Tempestad con William Levy y Ximena Navarrete. Su papel era “El artista de música”.

Hoy es un artista en toda la extensión de la palabra. Tocar su música lo considera una forma de dar amor a los demás y de sentirse feliz y pleno a lado de su familia, esa que además alimenta el estómago en el restaurante de marisco El Artista.

Nada le hace falta en la vida. “Nada más que el amor, el amor, el amor, seguir sembrando amor para que la gente dé amor. Ese es el secreto para vivir una vida feliz, hay que ser feliz con lo que se tiene”, afirma.

Con la sabiduría popular, asegura que no hay que esperar tener economía y califica un error esperar a tener solvencia económica para ser felices.  “Con lo que tenemos y dar lo mejor de uno es una bendición, me lo ha dicho mucha gente que ha venido aquí. Se ve que esto tú lo gozas y digo: Bendito Dios”.

Desde ahora prepara sus proyectos para el 2019, entre ellos regresar a Europa, ahora a festividades teutonas, donde se le respeta y se le quiere porque siempre endulza el alma y el corazón.

“Me siento más que reconocido, apreciado y querido por la gente con la que me crié, con toda esa gente bonita que distingue la cuestión alvaradeño. Realmente, es un honor ver que la gente está contenta con la trayectoria que me ha tocado vivir”, afirma.

En La Palapa del Artista recibe a gente de todos los lares, desde Guadalajara, México, Toluca hasta de otras nacionalidades, y a todos les alimenta el alma y la panza.

“A mi esposa le encanta la cocina. Ella disfruta al igual que yo con el arpa, con la música, la jarana, la guitarra tocando. Yo realmente soy feliz en pocas palabras”, dice y con una sonrisa agrega: “Ahí se a completa el pedido. Imagínese: un buen platillo y que llegué por el ahí el arpa y sonando y tocándole un son jarocho, que más puede pedir la gente  nos visita”.

Se niega a dejar de su pueblo porque aquí tiene las raíces que le alimentan para tocar de tal forma que mueve las emociones.

“La gente viene para acá y aprecia mucho nuestras raíces, cultura y tenemos el río Papaloapan a 50 metros y al Golfo de México a 2 km o tres y a la orilla de la carretera. Pasa toda la gente aquí, entonces, es una bendición”.

 

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