Mercado Viejo, sabores tradicionales

*Las picadas bañadas en salsa con queso, el mole, tezmole y mondongo aparecen por los pasillos del mercado Unidad Veracruzana del puerto de Veracruz, una tradición para cientos de jarochos

Diana Rojas

Veracruz, Ver.- En los pasillos laberínticos del mercado Unidad Veracruzana, popularmente conocido como el Mercado Viejo, existen tesoros que por su exquisito sabor son muy apreciados por los jarochos.

Un delicioso aroma tienta al paseante a deleitar unos guisos típicos veracruzanos y oaxaqueños y las invitaciones de los locatarios son amistosas, invitan a sentarse y probar algo del menú.

Sin temor ni duda los comerciantes aseguran que su comida deleitará al que la pruebe, ¿qué va a querer? Hay mole, tezmole, mondongo, y la lista continua hasta hacerse agua la boca. Es en el local de La rosa de Oaxaca, donde la hora de la comida es una experiencia memorable. Bien servido, acompañado de un plato de arroz, tortillas hechas a mano, salsas de las que se antojen y se ocurran son servidas a lo largo de la barra.

¿Va a querer algo para tomar? No puede faltar un refresco o la fresca agua de Jamaica que ayuda a minorar el incendio después de que la curiosidad haya hecho caer al comensal en alguna de las tantas salsas ofertadas.

Hay de chile seco, salsa verde, salsa de habanero, deliciosa salsa ranchera, salsa macha y la lista continua hasta que la barra se termina. El puesto es atendido por la segunda generación de cocineros originarios del estado de Oaxaca y hoy en día ya tienen una fiel clientela que reconoce la exquisita sazón de sus platillos.

Desde una milanesa con papas fritas hasta los lunes de tezmole de res, los clientes van y vienen durante la mañana y el medio día, de igual forma vasos con ópalo para el autoservicio se acomodan entre asientos, aquí se sirve desde caldo de pescado hasta el infalible huevo con ejote.

A unos metros de ahí, los estrechos pasajes conducen a un paraíso de antojitos veracruzanos, en las entrañas del mercado viejo existen al menos una decena de locales dedicados al delite culinario que se sirve en los desayunos; las picadas, las gorditas y las empanadas. Un festín de masa, salsa y variedad de bebidas.

El más demandado es el de Doña Bella, donde las barras en forma de cuadrado sirven como un punto de encuentro en el que las cocineras van de un lado a otro con masa y comandas entre las manos.

La producción no para, desde temprano las salsas ya están en cocción, amasándose las masas y pellizcando con una cuchara de plástico las tortillas que más tarde pasarán a ser deliciosas picadas bañadas en salsa con queso.

Tan baratas que dos personas pueden desayunar con cien pesos, aunque eso dependerá del apetito de cada uno, lo que es un hecho es que los antojitos jarochos son ricos y accesibles para todo tipo de cliente.

Al calor de los comales las tortillas se cuecen de a montones, las salsas, los frijoles y el queso son totalmente frescos, y no es de sorprenderse, ya que la materia prima fresca está al alcance de los locatarios. Una gran cantidad de puestos que ya se encuentran abiertos desde antes de que despuntara el sol ofrecen una rica variedad de verduras, frutas y carnes.

Todo se vende de primera mano, como los huevos de rancho con sus colores tostados los cuales son traídos por los mismos productores, quienes ofrecen hasta una gallina ponedora para recolectar huevos desde la comodidad de la casa.

Los ojos asombrados que visitan por primera vez el mercado no tienen en donde posarse ni por un instante. Visitar el mercado viejo, aunque sea con poco presupuesto dejará a cualquier cliente totalmente satisfecho.

 

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