Cumbre Tajín: salvaguarda totonaca  

*Durante los últimos 22 años, Cumbre Tajín desarrolló un modelo de salvaguarda del patrimonio cultural de los totonacas y la difusión de su forma de concebir el mundo

Édgar Escamilla

Papantla, Ver.- Antes de iniciar la redacción, cierro los ojos y siento como mis sentidos se trasladan en el espacio y tiempo: puedo percibir el olor del copal saliendo de los incensarios, se hacen presentes los sonidos de las caracolas y de las flautas de carrizo.

El paladar casi puede saborear la comida preparada por las mujeres de humo, mientras las manos perciben la textura del barro y pareciera que puedo ver a decenas de personas, de múltiples etnias, danzar frente a mis ojos.

Durante los últimos 22 años, Cumbre Tajín desarrolló un modelo de salvaguarda del patrimonio cultural de los totonacas, permitiendo no el rescate, pero si la difusión de su forma de concebir el mundo, su gastronomía, arte, salud y lengua; demostrando que se trata de una cultura viva y en constante desarrollo.

Era 1999 cuando el mundo conoció por primera vez a Cumbre Tajín, un festival que buscaba resaltar lo mejor de la cultura totonaca; después vino la construcción del parque temático Takilhsukut en 2001.

Para la sexta edición, las actividades se realizaron exclusivamente dentro del parque temático y grupos como Molotov y Jaguares acaparaban el escenario.

El 2006 fue un año trágico para la Cumbre, cuando el caporal del grupo de Voladores del municipio de Zozocolco se precipitó a tierra, cuando descendía de lo alto del mástil al concluir la ejecución del ritual.

Dos años después, se informó de la intención de promover al ritual de Los Voladores como patrimonio intangible de la humanidad ante la Unesco, gestiones que habían iniciado en 2007 ante la Comisión de Salvaguarda. Poco a poco el sentido cultural iba cobrando más fuerza. Un año después, el rito asociado a la fertilidad alcanzaría tal denominación.

La cosmogonía del pueblo totonaca cada vez era más visible ante los ojos del mundo, visitantes de todas las latitudes arribaban a la tierra de los tres corazones. Rituales como el Litlán mostraron a la humanidad el respeto de los indígenas a sus tradiciones, mientras que danzantes centroamericanos aprovechaban para dar a conocer su identidad cultural.

Artistas como Julieta Venegas, Lila Downs, Café Tacuba, Miguel Bosé, Juanes, El Tri, Los Tigres del Norte, Calle 13, Bjork o Los Ángeles Azules causaron sensación durante sus presentaciones, pero no era éste el sentido en el que debía transitar.

Uno de los principales logros de Cumbre Tajín fue la creación -en 2006- del Centro de las Artes Indígenas, un espacio cultural integrado por 16 casas escuela que quedó inscrito en la Lista de Buenas Prácticas para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural.

En este espacio, los abuelos totonacos se encargan de perpetuar sus conocimientos, impartiéndolos a las nuevas generaciones. Entre ellas se encuentra el Kantiyán o Casa de los Abuelos, un espacio de oración y meditación, sede también del Consejo Supremo Totonaca.

Al hablar del Consejo Supremo es inevitable recordar a Juan Simbrón Méndez, el Tata Juan, un hombre luchador incansable, guía espiritual del moderno pueblo totonaca e interlocutor de los suyos ante el mundo.

Aquel febrero de 2015, Tajín lloró la pérdida de uno de sus más grandes hijos. El féretro con sus restos mortales recorrió el mismo camino que tantas veces transitó en vida, desde su comunidad, Zapotal hasta El Tajín, para llegar al Kantiyán. Hasta la fecha su legado sigue presente y las comunidades continúan reconociendo su entrega.

Cuatro años más tarde el luto llegaría de nueva cuenta a la Casa de los Abuelos, un infarto había arrebatado la vida del maestro volador Narciso Hernández Jiménez, entonces presidente del Consejo para la Protección y Preservación de la Ceremonia Ritual de los Voladores, y maestro de la Escuela de Niños Voladores.

La formación de los nuevos danzantes del ritual mesoamericano más famoso en el mundo, la Danza de los Voladores, los cuales se preparan desde muy temprana edad para ejecutarla.

En esta escuela se rompieron paradigmas y dogmas que evitaban la participación de las mujeres en la danza de los Voladores. Se decía que éstas no podían siquiera atravesarse en el camino cuando el árbol era trasladado desde el monte hasta el lugar donde habría de ser instalado.

Hoy en la Escuela de Niños Voladores se capacita a niños y niñas desde los cuatro años, siendo educados en el respeto a la naturaleza y el amor a la cultura heredada por los ancestros.

El resto de las escuelas, también llamadas nichos, que integran el CAI son la Casa del Arte de Sanar, Casa del Mundo del Algodón, Casa de Alfarería Tradicional Totonaca, Escuela de Danzas Tradicionales, Casa de la Música, Casa del Teatro, Casa del Turismo Comunitario, Casa de la Agricultura Tradicional, Casa de la Carpintería, Casa de la Tierra Totonaca, Casa de la Palabra Florida, Casa de las Pinturas, y la de Medios de Comunicación y Difusión.

Hay además una que merece especial atención, por el impacto que ha logrado a nivel mundial, la Casa de la Cocina Tradicional, integrada por las llamadas Mujeres de Humo, seis mujeres y un varón que han llevado la gastronomía totonaca a niveles nunca previstos.

El objetivo es mostrar la riqueza de la gastronomía totonaca, los aromas y sabores, y principalmente, el cómo pueden sanarse mediante la alimentación, comenta la señora Martha Soledad Gómez Atzin, coordinadora del nicho.

Recuerda a 22 años de iniciado el proyecto, lo fácil fue decidir ser parte de Cumbre Tajín; lo difícil fue convencer a sus familias, pues no se imaginaban la importancia de las cocineras y que se pudiera aportar algo sobresaliente.

“En cada platillo estamos poniendo parte de nuestra vida, de nuestro corazón; mantenemos la comunicación con los elementos, el agua, el fuego, la tierra y el aire, y con los productos que nos regala la madre tierra, porque no todo lo cultivamos, hay muchos que recogemos del monte, flores, raíces, bejucos”.

Las mujeres se dieron cuenta de la importancia que tenían como portadoras del conocimiento, que son importantes dentro del núcleo familiar, además de que encontraron una forma de colaborar con los ingresos a sus familias.

Durante todos estos años, Cumbre Tajín, quedó demostrado su valor como agente de cambio en las comunidad, como factor de reconocimiento de una de las culturas vivas más importantes de México, que goza hoy día de tres nombramientos como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

Ceremonias como el Talakgachixkuwit xa Litlán, en la que los abuelos y médicos tradicionales presentan ofrendas al sol, la luna, a la madre tierra, al viento, al fuego y al agua, dentro de la zona arqueológica previo al arranque del Festival, son actos que siguen maravillando a los turistas nacionales y extranjeros, quienes son capaces de pasar la noche a la intemperie solo para ser parte de la experiencia.

 

 

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