La cosmopolita Boca del Río

Óscar Sánchez

Boca del Río, Ver. – El margen izquierdo del río Jamapa, en su desembocadura, vio nacer hace cientos de años un poblado indígena que resistió los cambios, invasiones y que hoy es una pujante ciudad turística.

Los mexicas la llamaron Tlapaquitan o Tierra Partida, los españoles Río de las Banderas y ahora se le conoce como Boca del Río, una región que transpira historia, pero también evoca viajes y fiesta.

En la desembocadura del Jamapa en el Golfo de México, una urbe dual preserva sus orígenes, pero camina hacia el futuro con una poderosa industria turística, con hoteles y antros de primer nivel.

Un lugar que ha logrado su propio carácter, con un crecimiento económico y social alterno al puerto de Veracruz, su hermano mayor, el viejo portentoso.

Forma parte de la zona conurbada turística más importante de Veracruz, pero gracias a su personalidad, le dio a toda la región un carácter muy cosmopolita, único.

La parroquia de Santa Ana, construida en 1776, representa lo antiguo, donde se asentó una población orgullosa de la mar; cerca de ahí su Palacio Municipal, con arquitectura blanca y colonial que da una imagen ficticia de un pueblo mágico.

En realidad es una metrópoli en constante movimiento, con playas espectaculares, museos, recintos con olor a viejos amores y antiguas melodías.

El Cañonero Guanajuato, un emblemático buque de guerra que respira historia; la Casa Museo Agustín Lara, con exhibiciones de los múltiples recuerdo del gran “Flaco De Oro”, son lugares construidos por la mano del hombre imprescindibles de visitar.

Los escenarios naturales son el otro rostro, con su canal El Estero, la Isla del Amor, sus playas Mocambo, Antón Lizardo, Santa Ana, el Playón de Hornos y, por supuesto, Cancuncito, un oasis en el Golfo de México.

El malecón costero y sus zonas residenciales, junto con restaurantes, bares y antros, son la modernidad y alegría de una comunidad joven y en constante movimiento.

Y Boca del Río no deja su pasado gastronómico, pero fusionándolo a lo nuevo, reflejado en el pescado empapelado, chilpachole de jaiba, pulpo frito, ensalada de caracol, camarones y pulpos en su tinta.

Un mar de sensaciones.

 

 

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