Los eternos llanos piñeros de la costa veracruzana

Víctor M. Toriz

Veracruz, Ver. – Los campos de piña se extienden a lo largo de las llanuras del municipio de Medellín de Bravo y se prolongan hasta donde alcanza la mirada, en terrenos sinuosos que suben y bajan en pequeños cerros con curvas perfectas en el horizonte.

A orilla de carretera, la imagen se repite: hojas duras y lanceoladas de las verdes plantas que se suceden una tras otra en un espectáculo visual que sorprende a propios y extraños.

La dulce fragancia de la amarilla fruta, invade las miles de hectáreas de cultivo y como ola golpeando sobre la arena los olores se trepan en la cinta asfáltica, donde miles de personas convierten su viaje en una travesía inigualable.

Los eternos viajes hacia el sur se mitigan con la piña picada, acompañada con chile en polvo, que ofrecen lugareños a los costados de la rúa; el dulce jugo   apacigua la sed de las altas temperaturas que golpean la tierra.

La piña es el producto agrícola más importante de la localidad, no sólo por el volumen que se logra cultivar cada año, sino porque ha logrado conquistar el mercado internacional y, de paso, convirtió zonas de cultivo en un atractivo turístico.

De las dos mil hectáreas sembradas en las comunidades rurales de Los Robles, Paso del Toro y la Laguna, en la porción sur del municipio, la mitad se envía a los Estados Unidos, cumpliendo las más estrictas normas de calidad.

El resto del producto se corta en las mesas veracruzanas y de varios estados de la República, donde se impregna el olor dulce de la gota de miel y la cayena, las dos variedades de la fruta que son sembradas en los campos de cultivo.

“La cayena es la que normalmente se siembra en los llanos de Medellín, posteriormente se sembró la variedad de la piña Gota de Miel, que es normalmente para exportación, por ser más dura y resistente”, afirma Alejandro Ramón Silva, productor local.

Las últimas estimaciones de autoridades agrarias ubicaban a Veracruz en el primer lugar nacional en producción de piña, aportando 80 por ciento del cultivo que se consume en México.

Ramón Silva asegura que desde hace 10 años los piñeros aprendieron a tecnificar sus tierras para mantener la producción constante y conservar la calidad del producto.

No solo lograron mantener sus cosechas libres de plagas, sino que mantienen una producción permanente durante todo el año, que se envía a todos los rincones del país y el extranjero.

A pesar de su importancia se trata de uno de los pocos productos agrícolas que no goza de incentivos, financiamiento o subsidios especiales por parte de alguna dependencia.

Los casi 500 productores de piña de Medellín aprendieron que son ellos los únicos responsables de sus productos, cada uno de ellos hace lo posible para sacar adelante su cosecha.

Aun contra corriente los ánimos de los productores no decaen y buscan mantener la tradición como tierra piñera por excelencia en la región del Sotavento, donde los cultivos son un remanso para miles de viajeros.

 

 

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