El Son que nació en la Casa de Dios

Por Édgar Ávila Pérez

Xalapa, Ver.-En las estibaciones de la sierra de Chiconquiaco, las notas de la música sacra que surgen en un templo se mueven al compás de los sones jarochos.

El sonido de las guitarras, jaranas y las arpas de un puñado de niñas y niños va y viene de la casa de Dios a escenarios tan diversos como ferias patronales y hasta presentaciones en plazas públicas.

En La Reforma, pueblo de no más de 300 habitantes del municipio de Alto Lucero, el coro de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, transmutó – sin perder su esencia- en un conjunto de son jarocho que representa la naturaleza de una región mexicana.

Fátima Esmeralda Domínguez, Paola Acosta Domínguez, Valeria Aguilar Domínguez, José Antonio Dominguez y Richard Hernández, chavales entre 13 y 15 años, forman parte del grupo La Reforma.

“Tu Señor / sabes bien / lo que yo tengo guardado en mi interior / todo aquello que me aturde / lo que no puedo olvidar /esas cosas que no dejan caminar”, sueltan -con el arpa como instrumento principal– durante la eucaristía en el templo.

Y afuera, en la vida mundana, rasgan las cuerdas con una pasión que enchina la piel de quienes los escuchan.

“!Ay! que bonito es volar, ¡ay mamá! / a volar y dejarse caer / en los brazos de una dama / !ay! que bonito es volar /a  las dos de la mañana, ¡ay mamá!”.

Se busca, dice el director del grupo Juan Manuel Vázquez Molina, alimentar el alma de los jóvenes con música y danzas, con la venía de Jesús y el manto protector de Dios.

Hace tres años y medio se fundó el coro de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen; durante un retiro espiritual escucharon a un grupo de Alto Lucero tocar melodías religiosas con el arpa y la jarana, desde entonces los adoptaron como propios.

“La intención era tener un espacio cultural en la localidad porque no había nada y del coro de la iglesia me invitaron para formarlo, pero solo había dos muchachas que podían tocar guitarra pero no sabían bien las notas”, rememora.

Durante meses enseñó a tocar la guitarra y hoy el grupo de música y danza de la iglesia está compuesto por 25 niños, de los cuales seis aprenden los sonidos del arpa.

Lo hacen de la mano de los maestros Rodrigo Vidal y Omar Aguilar, ambos de la prestigiosa Casa del Arpa. Y con el apoyo de los virtuosos Raúl Monge y Alberto de la Rosa, forman una generación feliz que rescata tradiciones veracruzanas.

“Siento una sensación que logramos la meta, empezamos desde cero: sin arpas, jaranas y nada solo con la ayuda de Dios, afirma el ingeniero civil, músico lírico.

El arduo trabajo y el constante aprendizaje rindió frutos. Son reconocidos en diversos lares y se han presentado en fiestas patronales de Alto Lucero, Actopan y Atzalan, además han deleitado con su música a público tan diverso de Veracruz y Xalapa.

“Nadie nos ha apoyado, a los papás les ha gustado que sus hijos se desarrollen en algo artístico y ellos han apoyado muchísimo”, afirma.

Las melodías de Tu Señor, Padre nuestro, Venimos ante ti Señor, Piedad y Aleluya seguirán sonando en el recinto de Dios, pero también La Bamba, Jarabe loco, El cascabel, Tilingo lingo y Colás.

Foto: Especial
Foto: Identidad Veracruz
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