El Chico, el pueblo panadero

Las calles de esta comunidad de Emiliano Zapata con aroma a pan de muerto

Por Gisela Uscanga

Emiliano Zapata, Ver.- En El Chico, una localidad de Emiliano Zapata, la elaboración del pan es una herencia, su receta y proceso se aprende de generación en generación. Y la tradición se aviva en la temporada de Día de Muertos.

Desde hace varias décadas en en las fechas de Todos Santos, las calles del pueblo se aromatizan a pan de muerto. Se trata es una de las costumbres más arraigadas de sus lugareños, oficio que se ha transmitido en las familias y que hoy sigue vigente.

Don Daniel Cortes Avendaño aprendió el oficio de su padre José Cortes Rodríguez, quien le enseñó desde muy niño a elaborar  las piezas que vendían desde los años 50´s y 60´s en el mismo lugar.

“Venía muchísima gente de la región a comprar pan a mi papá, venían con canastas y se las llevaban llenas para muchos días”, recordó.

Se paseaba la calaca

Por las calles de El Chico

No veía la hora

De llevarse un chico.

 

Toda la gente al verla

Esconderse quería

Evitar su encuentro

Gran pena evitaría.

 

Su local es su propia vivienda, ubicada frente a la iglesia del pueblo. En este pueblo, las salas de la casa se convierten en panaderías, arriman muebles y colocan tablas con charolas donde exhiben las piezas de pan a base de huevo, manteca y dulce.

Aunque la venta ya no ha sido igual con el paso de los años, Don Daniel no se desanima y cada Todos Santos sigue con la elaboración del tradicional pan de muerto y en el resto del año, el pan dulce para el diario.

“Antes hacíamos hasta 15 bultos de harina, hoy solo hacemos tres bultos, se elaboran cerca de mil piezas y hoy llevo vendido la mitad”.

Pero una de las madres

Que lista fue al saberlo

Le dijo: ven calaca

Yo invito y prueba esto

 

Rico pan de harina y huevo

A la huesuda le ofreció

Muy confiada lo comió

Y de los niños se olvidó.

Otra de las panaderías tradicionales del pueblo es la que se conoce como “Anita”. Ahí   el pan y los dulces son herencia de la tía Anita Zavaleta López, quien enseñó a las nuevas generaciones.

Yolanda Vela Rizo fue la sobrina consentida de su tía, desde niña se desvelaba con ella mientras le contaba cuentos del más allá. Trepada en una silla,  recuerda, meneaba el manjar en la lumbre.

“Mi tía murió muy joven de 56 años, tenía una enfermedad en sus huesos, pero a mí así como a muchos niños que ella recogió, nos enseñó el oficio del pan y de los dulces. Ella es muy recordada en el pueblo por su gran corazón”, narró entre lágrimas.

Yolanda dispuso del corredor de su casa para la venta del pan y sus dulces. Junto a la cocina y el patio dispuso su taller de cocina, allí se mira su horno hecho a base de ladrillo, por un costado meten la leña que compran a leñadores del pueblo.

Foto: Gisela Uscanga

La calaca barrigona

Complacida quedó

Por eso cada año

A comer pan se invitó.

“Este Todos Santos nos fue muy bien, compramos más de 70 kilos de harina y ya es poco el pan que nos queda; utilizamos productos de buena calidad, el pan por algunos días no pierde sabor ni textura”.

Para las próximas fechas de Todos Santos, recuerda el sabroso pan de El Chico, organiza  un pequeño paseo en familia por este pintoresco lugar, el cual queda a escasos diez minutos de la ex Hacienda de Santa Anna, en el Lencero.

El Chico está a escasos 20 minutos de la Ciudad de Xalapa, capital del estado de Veracruz, se toma la carretera Trancas-Coatepec, pero antes de llegar a la localidad de La Estanzuela, hay una bifurcación a mano derecha, la cual lleva al pueblo.

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